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Thursday, December 06, 2007

ARTICULO

ANTONIO MACEO Y GRAJALES

EL TITAN DE BRONCE



"El que intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha"

Por: Adela Soto Álvarez





El 7 de Diciembre se conmemora la muerte de Antonio Maceo y Grajales, el legendario Titán de Bronce, que representó la decisión del pueblo cubano por conquistar su independencia del dominio español.

Y ahí permanece siglo tras siglo frente al malecón habanero, erguido y con su hoja desenvainada dando la orden de inicio a la carga al machete.

A sus espaldas sigue observándolo el majestuoso mar, quien no deja de repetir en su eco “independencia para los hombres” haciendo honor a sus palabras cuando dijo: “La libertad no se mendiga, se conquista al filo del machete”.

Hoy en un nuevo aniversario de su defunción sus seguidores recordamos su actitud fervorosa al rechazar el Pacto del Zanjón que ponía fin a la Guerra de 1868, demostrando con su disposición, no aceptar negociación alguna que no fuera la independencia absoluta de Cuba, su país. Nuestro país.

Su carrera militar con el Ejército Libertador Cubano comenzó cuando su padre, junto a él y varios de sus hermanos, se unieron al alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes.

Por su valentía en el combate, sus habilidades estratégicas y su ejemplar disciplina ascendió con rapidez en la sucesión militar, a pesar de las preferencias racistas y clasistas de varios de los propios patriotas, cuyo origen era francamente burgués o aristocrático.


Reconoció especialmente como jefe y maestro al gran táctico dominicano Máximo Gómez, quien con el correr de los años se convertiría en el General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba.


El uso del machete como arma de guerra por parte de Gómez, como sustituto del sable español por ser más cómodo y por la escasez de armas de fuego y municiones de los mambises, fue adoptado por él y sus tropas, y así se le veía cargándolos en las caballerías como uno más, sin orgullo ni arrogancia.


Por su excepcional vigor físico y resistencia a las heridas de bala y arma blanca, los hombres a su mando comenzaron a llamarle "El Titán de Bronce" además de que la historia cuenta que increíblemente se recuperó de las más de 25 heridas y parecía que ninguna de ellas afectaba su valor cuando entraba en operaciones.


Las divisiones, el regionalismo y la indisciplina contribuyeron a evitar la invasión a occidente y propiciaron un languidecimiento de la Revolución, de lo cual se aprovechó el general español Arsenio Martínez Campos, militar de honor que ofreció garantías de paz, amnistía para los revolucionarios y reformas legales a cambio del cese de las hostilidades, que para 1878 cumplían 10 años.


Al mismo tiempo, el gobierno español de Cuba seguía concentrando fuerzas para cercar a las tropas mambisas, cada vez más escasas.


Más tarde Maceo y Calixto García en New York planearon una invasión a Cuba que dio inicio a la también fracasada Guerra Chiquita en 1879, en la cual no peleó directamente, por haber sido enviado Calixto García delante como jefe principal, con vistas a evitar la exacerbación de los prejuicios raciales que actuaban contra Maceo, fundamentalmente a causa de la propaganda española, que lo acusaba de buscar una guerra de razas. Calumnias que rechazó con indignación en repetidas ocasiones.


Sus planes de reunión con Gómez y el gobierno en armas no llegaron a cumplirse. En las cercanías de Punta Brava, finca de San Pedro, Maceo avanzaba solamente acompañado de su escolta personal (dos hombres), el médico de su Estado Mayor, el Brigadier General José Miró Argenter y una pequeña tropa de no más de 20 hombres

Cuando intentaban cortar una cerca para continuar la marcha fueron detectados por una fuerte columna española, que abrió un intenso fuego. Al lograr cortar una parte de la cerca y decir "¡Esto va bien!", Maceo fue alcanzado por dos disparos: uno en el torso, no grave y otro que luego de quebrarle la mandíbula le penetró en el cráneo.

Sus compañeros no pudieron transportarle por incrementarse el fuego y junto a él quedó solamente el Teniente Francisco Gómez (conocido como Panchito), hijo de Máximo Gómez, quien voluntariamente enfrentó a la columna española para proteger el cadáver del general.

Luego de ser herido de bala varias veces, los españoles lo remataron salvajemente a machetazos, dejando los dos cuerpos abandonados, sin saber la identidad de los caídos.

Se conoce que los cadáveres de Maceo y Panchito fueron recogidos al día siguiente por el Coronel habanero Aranguren, quien al saber lo ocurrido se dirigió de inmediato al lugar.

Cuenta la historia que más tardes fueron enterrados en secreto en la finca de dos hermanos, quienes juraron guardar el secreto hasta que Cuba fuese libre e independiente y pudieran llevarse a cabo los honores militares adecuados.

Actualmente, los restos mortales de Antonio Maceo y Grajales y Francisco Gómez Toro descansan en el obelisco del Cacahual, cercano a los límites de la antigua finca de San Pedro, y se ha convertido en lugar de peregrinaje para los cubanos.

Su tendencia anarquista, basada en el honor y la virtud, marcó la ideología de la generación que le siguió, junto al pensamiento vasto y abarcador de José Martí el apóstol de Cuba
.
Antonio Maceo y Grajales no solamente fue un genial estratega militar, sino una figura clave en el movimiento independentista cubano de la segunda mitad del siglo XIX.


Hoy al conmemorase un año más de la muerte del Titán de Bronce creo justo exhortar a todos los cubanos de adentro y de afuera a recordar con orgullo y devoción a nuestro prócer de la Patria y junto a él y a todos los hombres y mujeres que luchan por su libertad, a los que cumplen injustas condenas, así como a los mártires que han caído por la libertad de Cuba en distintas etapas de la historia.