Sé que no existe
antídoto para mi pena aguda
demasiados buitres de carroña
mientras me acribillan
los grumetes de turno
Tal vez llego la hora de morir
y sea necesario
aventarme a este ruido
donde la pestilencia
va dejando su aroma
Y aunque nunca serví de bufón
ni hice campañas
de amapolas silvestres
ni lance a inmortales al muro
Llevo inevitablemente
mil heridas de bala
y un arpón en las sienes
Mientras mi vida enfrenta
sin previo aviso
sin previo aviso
una nueva batalla.