Todo
el vendaval sobre mi frente
Estocadas
al mismo centro
Griteríos
de impiedad
Salieron
relucientes
A
hacer leño
A
ninguno le importó
La
tempestad interior
Ni
si estaba muerta
Aunque
vieran un hilillo
Respirando
No
hubo un ápice
De
consuelo
Todos
se abalanzaron
Sacaron
tretas antiguas
Y
comenzaron a culpar
Sin
misericordia
Cuantas
tribulaciones
Lanzaron
sobre el cuerpo desvalido
Así descubri
La
fruta podrida
La
esterilidad
El
rigor de cada petardo
Al
mismo cuello
No
quedaba ni un legado
Todo
se convirtió en un desastre
Decisivo
Me
habían desheredado
De la
luz
Y
la palabra se tornaba ácida
Vi
mi cuerpo girar
Entre
ruinas circulares
Tambalearse
contra lo imposible
Pero
ni aun así se detuvo
El
escuadrón de infames
Haciendo
añicos
De mí turbada cabeza
De mí turbada cabeza
Así
descubrí
Que
no le importaba a nadie
Lo único que atesoraba
Era un pedazo
Del silencio