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Tuesday, March 17, 2009

ARTICULO.

TRAS LAS REJAS DE LA INJUSTICIA
Por: Adela Soto Álvarez


A seis años de aquel día fatídico, donde el régimen cubano extendió sus tentáculos contra más de 75 periodistas, bibliotecarios y opositores pacíficos , veo con tristeza como continua pisoteando la libertad de expresión, y mantiene todavía a hombres tras las rejas de la injusticia.

Estoy segura que en este momento en que escribo y recuerdo con dolor aquel día, en las inmundas celdas de castigos y en las solitarias, oscuras y aterrantes galeras de las diferentes penitenciarias cubanas, hambreados, hacinados, maltratados, insultados, enfermos, acosados y sin atención médica, además de ligados con asesinos, violadores, y delincuentes, se encuentran aun de aquel grupo detenido arbitrariamente un 18 de marzo del 2003, 57 hombres inocentes.

Los imagino allí en medio de la mayor de las impotencias, y aferrados a la esperanza de que algún día llegue la libertad y los rescate de las escoltas de alambradas, las camas de cemento y hojas de mangle seco, de las pestilentes letrinas, y la permanente compañía de roedores, cucarachas y mosquitos de turno, además de las triste realidad de que al igual que ellos sus familiares también cumplen la cruel condena, conjunta con el cúmulo de amenazas, represiones, acosos, y humillaciones tan sólo por defender sus derechos y denunciar al mundo la realidad que los golpea sin escrúpulos.

Miles de organizaciones humanitarias y políticas se han alzado en el mundo pidiendo la libertad inmediata de estos hombres, entre ellos los más de veinte reporteros que malviven hacinados en la más cruel inclemencia por defender la libertad de las ideas.

Han pasado seis años pero nunca se podrá olvidar aquella barbarie represiva. Como tampoco se podrá olvidar a los que han muerto tras las rejas, sin alcanzar ni la libertad ni la atención medica.

Aun en mi mente titilan con gran fuerza los episodios represivos que nublaron la razón de todos aquellos día, cuando las brigadas de la policía política desplegadas frente a cada vivienda opositora, emprendían el peor de los abusos, para satisfacer la soberbia de un dictador y sus acólitos .

No podíamos creer lo que nuestros ojos y oídos veíamos y escuchábamos. Las calles llenas de patrulleros, y carros de la Seguridad del Estado como fieras detrás de las victimas. Fue una de las Olas represivas más siniestra contra hombres pacíficos, que lo único que hacían era defender el derecho de decir.

Pero eso no le importó a los escuadrones compuestos por la represión y el desafuero. Y en menos de cuatro días ya estaban en la cárcel más de setenta y cinco hombres y mujeres sin derechos civiles, y expuestos a juicios sumarísimos, sin apelación, ni amparo de ningún otro tipo.

¿Cuál fue él eminente delito, se preguntaran muchos?, Pero no fue otro que luchar por la libre expresión de las ideas, querer terminar con las arbitrariedades y las violaciones de los derechos del hombre, e instaurar en un país totalitario la lectura sin censura, por el bien de un pueblo oprimido y relegado a la incultura y al ostracismo y dar a conocer al pueblo la realidad cubana que se oculta y silencia a través de los medios oficiales de la prensa.

Después de esta cruel embestida contra los indefensos opositores pacíficos, comenzaron los juicios sumarísimos, y las sanciones, con largas condenas de privación de libertad, bajo los cargos de “atentar contra la soberanía nacional, y trabajar para una potencia extranjera, entre otros.

En estos allanamientos masivos, y a lo largo y ancho del país, ocuparon libros, documentos, equipos de telefax, grabadoras, radios, cámaras fotográficas, computadoras, máquinas de escribir, documentos personales, dinero, y cuanta cosa se les antojó subversiva a los gendarmes encargados del decomiso.

Estos sucesos ocurrieron en el preciso momento en que la opinión pública mundial centraba su atención en el conflicto de Irak, lo que indicó a las claras que se trataba de una acción premeditada, consciente y planificada por el régimen de la isla.

De forma inusual, los medios oficiales de prensa cubanos, dieron a conocer el operativo y se pronunciaron en el sin número de sanciones, a la vez que de forma acusadora se referían a la Sección de Intereses de los Estados Unidos en la Habana y a su embajador, en aquel entonces el señor James Cason, asegurando qué estos planeaban acciones subversivas contra el país con el apoyo a los grupos disidentes.
Entre otras acusaciones mal infundadas, pero con el ánimo de terminar con la libertad de las ideas.

Lo que indica que la paranoia totalitaria percibe la menor de las disensiones, o simplemente la palabra independiente como un peligro letal. Todo el que difiere es tratado como enemigo, porque para el poder absoluto ningún adversario es pequeño.

El gobierno de Castro no puede entender qué representa el deseo de libertad, para un disidente cubano, por eso no comprenderá nunca, el por qué de la existencia de la oposición pacifica, de su abnegado esfuerzo a pesar de las represiones y el cautiverio a que son sometidos.

Tampoco puede entender el por qué Guillermo Fariñas uno de los periodistas y bibliotecarios independientes, residente en la región central, prefirió morir por sus ideales y no cesar en su empeño del libre acceso a la Internet, algo que parece tan simple y sin embargo es tan difícil en un país sin democracia, acceso que a pesar de todos los esfuerzos que se hacen aun continúa prohibido para el pueblo.
El por qué Jorge Luis García “Antúnez” y otros aun presos, en estos momentos prefieren ayunar hasta morir, con el objetivo de que se cumpla la Declaración Universal de los Derechos Humanos y se respeten los derechos civiles.

Igual sucede con el silencio y la oración de un grupo de mujeres que se alzan majestuosas en las calles de la habana, e imploran al mundo la libertad de sus esposos, hijos, padres y hermanos, y son agredidas, ofendidas, calumniadas, y acusadas sin escrúpulos.

La Ola represiva del l8 de marzo del 2003 mostró al mundo el verdadero rostro de los más patéticos y obsoletos gobernantes, además de su agotamiento directivo. Fue una de las muestras más fehacientes del debilitamiento del poder. Yo diría que las últimas patadas del ahogado.

Han pasado seis años de esta ola que reportó 75 victimas a la sociedad civil, y aun continúan los acosos contra la oposicion pacífica, expuestos a las más infrahumanas repesiones, pero a pesar del abuso, y los atropellos de que son victimas, este movimiento en la isla, sigue creciendo sin importarles las rejas que pretenden imponerle, "porque las cárceles resultan muy pequeñas para poder asfixiar los inmensos ideales de los hombres".

Seis años de este horrendo acto de cobardía contra inocentes indefensos, por lo que es demasiado tiempo para seguir permitiendo continúe la represión incautando a periodistas y opositores, oprimiendo la libertad de expresión, encarcelando a un hombre por tener ideas libres.

Creo que es hora de seguir apelando a la solidaridad internacional, y a todos los pueblos y gobiernos que luchan incansablemente por los derechos del hombre y pedirles que exijan al régimen de La Habana la libertad inmediata de todos los presos políticos y de conciencia que se encuentran tras las rejas.

¡Libertad para todos los hombres de ideas libres. Libertad para los presos políticos y de conciencia que mueren en las mazmorras de Castro!.
!Libertad para todos los cubanos que perecen bajo las garras de un gobierno despótico y totalitario, que día a día destruye el futuro de los hombres!