Nadie me advirtió
Que el amor era una herida
Afligida e indócil
Que por mucho que andará tras sus huellas
Estaría vetado en todos idiomas
Pero me afane
A perseguir su rastro
Penetré corazones de barro y yerba mala
Acero y pacotilla
Crucé mares a nado
En chalupas y tablas
Lo busqué en escondrijos
Inventándolo mágico y bien nervudo
Hasta hice pirámides de rosas y amapolas
Para infames y avaros
Lo confundí mil veces
En palabras diabólicas creyéndolas benditas
En murmullos lisonjeros de piratas sedientos
En costumbres maléficas
En vicios aferrados
En hombres de metal
En bajos usureros
Y al final la estocada al mismo fondo
La vendad desprendida
El miocardio rasgado
La humillación a veces disfrazada
Otras a boca de jarro
Mientras la ansiedad desplegaba
Sus hojas amarillas
Secaba los arbustos
Y las tilas
Dejando su sabor a desamparo