Llegabas y te ibas
Te ibas y llegabas
Con tu gesto monárquico
Lanzándome a mansalva
Los diamantes que pulías
En tus horas de insomnio
Mientras me conformaba
Con las pequeñas gotas
Confundidas con sosiego
Un arrecife y otro
Salían de tu boca
Golpeando mi lozanía
En aquel entonces
Plena
Para un estreno eterno
Porque no sabía
Que servías de bufón
En otras cortes menos celestiales
Convertido en perro faldero
Sin darte cuenta
Como ibas adquiriendo
incertidumbre
Para tu propia guerra
Muchas veces estuve al mismo centro
De la desesperación
Huérfana
Y desposeída
De un descenso en otro
Y las noticias circulando con sus
hojas amarillas
Haciendo huecos muy profundos
A la historia
Así fui perdiendo el equipaje de
sueños
Paleando la nieve de mis ojos
Secando los cántaros de agua
Cortando las alas al más breve
sentimiento
Para de repente
Buscar tu rostro en los rincones
En los residuos del barro
Incluso en tantos y tantos poemas
Llenos de cicatrices
Y tropezar con las cuatro paredes
El dolor
Y el precipicio
Aun expuestos a la brevedad
De un instante
Que tal vez te sobre.