Quise amarte
Tan solo con olor a yerba buena
Con eso creía me bastaba
Y cultive tu rostro inmaculado
Tu sonrisa de ángel
Imaginándote
Tirando de mis bridas
Sin reparos
Más tú
No veías, ni querías
Ni siquiera te inquietabas
Con mi olor a carne fresca
Recalentada por la fiebre de mis
poros
Expuesta
A tu mejor locura
Te creías un privilegiado de los
astros
Más yo
Desafinaba en tus quimeras
De oropéndolas y laureles reales.