He pensado seriamente
Ocultarme en el monasterio
De mi percepción
Que continuar cabalgando
Sin bridas en corceles
imaginarios
Que relinchan despavoridos
Cuando mi mano se desliza por su
lomo
Y se llenan de placer
Cuando las beatas de la
profanación
Les muestras sus caudales
Entre vicios incurables
Por suerte tengo entre mis
victimarios
Mi propia realidad
La que no deja de alertarme desde
el fondo
De su voz
Por eso estoy frente al mar
Escuchando los cantos de las
sirenas
Observando la resaca
Los restos y baratijas
Que llegan a la orilla
Húmedos y hechizados
Y me desplomo sobre la fría arena
Poseída por el inmenso cielo que me
cubre
Mientras mi incertidumbre descansa
Entre las piruetas de las nubes
Y las restauraciones de la paz
Que perturban mi frente.