Llegaste como todos
Con un ciprés a flor de labios
Y mirada de arcángel sagaz
Había muchos siglos
Enturbiados
Heridas recién hechas
Y un inmenso deseo de ser
Fue fácil penetrar
Los recodos se fueron llenando
Y de manera magistral
Bajó la marea
Comenzó el oleaje
Lento, sereno
Repletando los vacíos
Nada hiciste
Para salvar el maremoto
Necesitabas mucho pasto
Compresas de hormigón armado
Y un lugar donde poder asirte
No fuiste sorpresa
Tenías señales visibles
Empapeladas con mucha sordidez
Por eso el desenlace no fue promisorio
Todo se asfixio en las revueltas
De cada disparo del orgullo
Como es natural
Salió el semblante
Con sus mil caretas maléficas
Queriendo inocularle sus vestigios
A la vulnerabilidad de un pecho roto