Llegamos
hasta el risco
De tantos
lanzarnos cuchilladas
Sabia eras la
perdición
Nocivo
Y malévolo
como la misma muerte
Pero me
aferre
A una
milésima parte
Y con eso
bastaba
Para un ánimo
desecho
Y descarnado
Íbamos ilesos
Mientras no
aparecieron
Las
perturbaciones
Y los ritos
Más el afán
De qué una
mujer
Después de la
pubertad
Tiene que lapidar
los sentimientos
Quién te dijo
Que las ilusiones
tienen precio
Quién te
amaestro
Sacando de tu
pecho lo perceptivo
El beso
apasionado
La entrega
sin taxímetro
Quién te
aseguro
Que cortejar
era pecado
Y quien
sintiera más allá de las cúspides
Había que
ajusticiarlo en la palestra
De los
insensibles.
Llegamos
hasta el risco
De tantos
lanzarnos cuchilladas
Por eso nos
sorprendio el barranco
Cargado de
fauces hambrientas
Y allí fuimos
a parar
Sin
encontrar la portezuela.