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POR: ADELA SOTO ALVAREZ.
Me ha contado un amigo que aun vive en la isla, que Juan Antonio
nuestro vecino más recalcitrante, el que no se perdía una manifestación,
ni una tirada de huevos cluecos contra la casa de los opositores
pacíficos, incluso el que convertido en un micrófono subterráneo se la
pasaba escuchando y después llamaba a la policía ante cualquier
imaginación independiente, esta padeciendo de un insomnio rebelde, y se
le ve noche a noche sin poder dormir de un lado al otro de la calle
donde reside como un alma en pena.
El sábado muy tarde en la noche al regresar del templo donde asiste como cristiano consagrado, se le acercó, y humanamente le preguntó si tenía algún problema o le estaba haciendo la guardia cederista a toda la vecindad. Pero solamente lo miro de pies a cabeza, de una forma rara y mezclada que cualquiera pensaría se lo iba a tragar vivo, y después de encender un cabo de cigarro, se digno a contestarle. Le aseguró que últimamente estaba padeciendo de insomnio y por eso patrullaba la calle noche a noche. Ante la afirmación, le aconsejó viera a un doctor, pero en el acto Juan Antonio se desbocó en un desahogo nunca antes esperado e invitándolo a sentarse a su lado al borde de la acera le confesó sin prejuicios. Que las cosas estaban muy malas después de la toma del poder del Jefe de las Fuerzas Armadas, y que el no sabia ni que iba a pasar después de la muerte del fulano… Dice mi amigo que sin poder comprender aquello, trató de hacerse el que nada escucho, pensando podía ser una trampa del lobuno de Juan Antonio o un anzuelo para conocer el estado de opinión del pueblo, como es costumbre en la isla cada vez que existe una causa para ellos importante. Pero el hombre continuo hablando sin parar, revelándole que cuando se queda solo y se pone a pensar en la cantidad de años perdidos al servicio del gobierno de Castro, para al final no ser nada más que un viejo con insomnio, sin futuro, y repudiado por algunos previsores de la vecindad, lo invade una vergüenza tan grande ligada con un sentimiento de arrepentimiento que no le permite dormir en toda la noche, por lo que esta padeciendo de un desvelo que ya ni con fármacos logra controlar. Mi amigo ante aquella confesión tan inesperada trató de ahondar más en el asunto, incluso le aconsejó no pensar tanto, pues a su edad podía hacerle mucho daño. Pero no tuvo que introducirse mucho en el asunto, Juan Antonio siguió desbocado en palabras y hasta perdón le pidió por si alguna vez le hizo algún daño, cuando era un idiota y no pensó en que algún día la propia vida le ajustaría las cuentas. Este hombre como otros muchos, ante el peligro de que la democracia llegue más temprano que tarde a nuestra isla, lo ha llevado a un estado de ánimo que esboza en insomnio o en pedir perdón por sus actitudes pasadas, porque como muchos se dejó lavar el cerebro, se integró, vendió al hermano por treinta monedas de ingratitud y lo peor de todo eso creyó en un santo patrón que después de sacarle el jugo lo redujo a cenizas. Y esto lo hace ahora porque esta convencido que tendrá que enfrentar el ajuste de cuentas que se merecen todos los que como el, han creído, y han servido y ahora al saberse víctima de la mentira y reconocerse parte de la pachanga política de humanidad y devoción que de repente lo pone frente a una realidad de que no fue ni es más uno de los integrantes de la comparsa dirigida por un grillo que lo hundió en su música barata y ahora no recuerda que fue integrante sus filas musicales. .
Pero desgraciadamente por mucho perdón que pida, y por mucho
insomnio y arrepentimiento lo embarguen, Juan Antonio, o como quiera que
se llame el arrepentido, llevará sucia la dignidad y el decoro, porque
generalmente en esos ejercicios el protagonista no proviene de una
familia ni de una formación ética, más bien sale de uno de esos
fangueros humanos que se forman en los gobiernos dominados por el
totalitarismo..
Causas suficientes para que esta crisis que presenta Juan Antonio se
inflame y estalle cuando recuerda sus entregas y su contribución al
establecimiento de una sociedad donde viven él, su familia y sus amigos,
en sistema que convierte a toda esa gente en un instrumento al servicio
del poder y de pronto medita que los perseguidos y repudiados por ese
poder y por él son los que tienen la razón.
También estas crisis se desbocan cuando se ve, joven y decidido, suscripto a dogmas y a pregones que limitan sus libertades individuales hasta convertirlo en león sin pelos, que marcha, a veces animosamente, otras a marcha de conga, por los trillos trazados por el gobierno para los que él produjo con su intachable trabajo el enrejado que lo rodea. Pienso que ha de ser desastroso ese examen nocturno, que hace este hombre arrepentido y desesperado le cuenta a mi amigo, el cual compadeciéndose de su penitencia y como buen cristiano, me comento muy condolido, que lo consoló hasta donde pudo aconsejándole que a partir de ahí tomara decisiones propias, y se abriera a la luz y a la verdad, porque solamente cuando un hombre es libre puede distinguir perfectamente si lo que pasa a su alrededor es un huracán o un agradable viento, pero enjaulado en una ideología impuesta aplastando su psiquis, le será imposible diferenciarlos, y abrirse a la verdad que ahora ha descubierto. |
“El mayor enemigo del hombre no es otro que su propio ego, pues este, mientras no está dominado, lo vuelve sordo y ciego al bien. Pero Dios le ha dado al hombre una amiga preciosa, su propia alma, que no ha dejado de hacerse escuchar por él y de guiarlo hacia la Luz que busca más o menos conscientemente”. Marie Corelli (1864-1924) Novelista británica.
ENTREVISTA LOS AZOTES DEL EXILIO NOVELA
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EL ARREPENTIDO
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