ENTREVISTA LOS AZOTES DEL EXILIO NOVELA

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DEDICADO A MIS PADRES

Saturday, March 27, 2010

POEMA...CON EL ALMA EN FRANCO SUICIDIO


Toda la confusión del mundo

Ajusticiando mis pasos incoloros

Esos que doy sobre un balance

Donde al final uno cae

Y ya en el fondo

No tiene manos con qué aferrarse

La vida ha trascurrido

Sobre mi esqueleto sulfatado

Se negó a ser fiel a mis promesas

Al deseo innato de ser alborada

No tinieblas amorfas

Al final me veo cabizbaja

Atizando un leño que no enciende

Desterrada

Sin colores propios

Encerrada en una lluvia pertinaz

Y trasparente

Que amenaza

Y ajusticia

¿En qué momento me condené a mi misma?

Nadie sabría responderme

Me encuentro llena de penetraciones

Terriblemente herida

Ya mis ojos no son mágicos

Para dar testimonios de bondad o maldad

Todo a mí alrededor es una turba

De soledades y silencios

Voy portando la cruz

Con el alma en franco suicidio

Tuesday, March 23, 2010

BRUNO CAPRICHO.



Son las primeras horas de la mañana de octubre, el asilo de ancianos se mantiene sin bullicios. Algunos viejecitos duermen aún, otros en un total silencio arrastran sus pies hasta el jardín con el fin de recibir los primeros rayos del sol, y salvar sus ojos de la inclemencia de la instalación de salud, que tan caritativamente les ofrece protección a pesar de las condiciones infrahumanas que encierran sus paredes y la falta total de sábanas, fundas, frazadas para cobijar el frío, alimentos y apoyo emocional fundamentalmente, entre otras carencias materiales.

Sentados junto al framboyán que se alza majestuoso en medio del patio, se pasaran estos ancianos gran parte del día, meditando sobre su soledad y la triste suerte que les deparó la vida, los hijos, los nietos, o cualquier otra persona que llegó a ellos de forma caritativa con el propósito de cuidarlos hasta que les llegara la muerte y cuando se apoderaron del título de propiedad de la vivienda ,el testamento o simplemente a la fuerza , lo metieron en el asilo y jamás les dieron ni una vueltecita ni por humanidad.

Junto a estos se encuentra Bruno, más conocido por “Bruno Capricho” qué con sus piernas secas desde que sufrió los azotes del castigo, continúa haciéndose el bárbaro y llenando de embustes y fanfarronerías a los infelices que no tienen otra posibilidad que escucharlo por calmar el aburrimiento y la soledad que los embarga.

Allí se le ve sobre un desvencijado sillón de ruedas estirando la carcomida sábana, tan pálida como su rostro, para que los que entren y salgan no descubran sus inútiles piernas. No se sabe sí lo hace por pudor, pena o orgullo, pero lo cierto es que nadie se las ha podido ver nunca.

Dicen que está mucho más deprimido que los demás pues no solamente carga el olvido y la vejez, sino que sobre sus hombros también lleva el peso del infortunio y el poco tacto.

Adriano uno de los enfermeros comentó a los recluidos qué su abuelo lo conocía de la juventud, y le dijo que siempre fue un hombre muy caprichoso y nunca permitió que nadie lo aconsejara, por lo que cualquier idea por turbulenta que fuera la ponía en marcha sin importarle las consecuencias.

Por ese carácter tan dominante tuvo muchos enfrentamientos con los empleados de su antiguo negocio. Y aunque nunca dobló el lomo, valiéndose de su jerarquía, no dejó de mandar mientras tuvo fuerzas.

Algunos lo siguieron en sus locuras, otros a sus espaldas le hicieron campañas difamatorias. Muchas veces lo traicionaron y lo llevaron a la banca rota, pero nunca se dio por vencido, y continuaba como si nada.

El abuelo le afirmó que para desquitarse de todas estas maniobras desestabilizadoras se vengaba a su manera, por lo que mandó a matar a muchos de sus más fieles aliados, otros desaparecieron de la noche a la mañana y a la mayoría los destituía sin explicarle a nadie las causas, incluyendo a su propia familia.

Con el único que tenía una aparente empatía era con su hermanito Beby, y eso porque lo seguía a todas partes sin oponerse a nada y no dejaba de cumplir a cabalidad con sus proyectos por descabellados que estos fueran.

Por supuesto que Beby no era bobo, pero su débil carácter y su marcado romanticismo no lo dejaban razonar ni poner los pies en la tierra, por eso obedecía en todo, cosa que le convenía a Bruno Capricho para manejarlo a su antojo.

Beby le atendía los asuntos de menor envergadura junto a otros de los suyos, entre ellos Miguely, un excelente trabajador muy amigo de Beby y con tremenda luz larga, por lo que se la pasaba todo el tiempo aconsejando a éste sobre los manejos sucios del viejo, y así poco a poco lo fue despertando.

Aunque estas cosas no eran motivos de desvelo en el anciano, porque lo único que a él le interesaba era seguir dirigiendo su fábrica sin la opinión de nadie.

Estuvo por muchos años destruyendo el presente y futuro de sus subordinados, hasta que un día la suerte le jugó una mala pasada y surgió dentro de la masa trabajadora un jovencito de mucha experiencia y dinamismo que en un dos por tres lo destituyó de su cargo y rango.

Bruno al no tener familia reconocida, porque nunca quiso representar a mujer alguna, ni darle su apellido a los hijos que tuvo fuera y dentro del matrimonio, que según las lenguas pasaban de 12, además de haber detestado de la madre, hermana y a uno de los hermanos mayores lo puso a criar puercos y el pobre nunca pudo salir de la cochiquera, y todo esto porque no lo quisieron seguir en sus locuras y capricho.

No le quedó más remedio que ir a refugiarse bajo el cuidado de su hermanito Beby para él la única persona que siempre lo seguiría ya que aparentemente estaba criado bajo sus leyes de ordene y mande. Pero le salió el tiro por la culata, pues Beby al ser ya adulto cuando vio en peligro su buena vida y que el viejo quería tirarle todo su mal trabajo encima un buen día sin decir adiós, se marchó.

Aseguran que se fue al país de las maravillas, porque previsor al fin y gracias a los sanos consejos de Miguely mantuvo muy buenas relaciones con Alicia y ésta le guardó debajo de una de las zetas del bosque encantado suficientes billetitos verdes para por si acaso el viejo estiraba la pata o el decidía irse algún día.

Por supuesto que se marchó junto a Miguely dejándole una nota encima de la mesa que decía:


- ME MARCHO PORQUE NO ESTOY PARA CUIDAR VIEJOS. -


BEBY


Entonces fue cuando a Bruno no le quedó otro remedio que recluirse en el asilo para ancianos, lugar donde nadie le tiene compasión y donde tiene que atenerse a lo que le den , le hagan , y permitan que diga.


Algunos piensan que Bruno es veterano de la guerra y lo miran por encima del hombro, porque la gente asilada discrimina y odia a los que obtuvieron glorias o de condecoraciones a causa del sufrimiento de los infelices.


Esto al anciano lo sabe y no le importa por eso trata de obviar la realidad sin dejar de hacerse el importante y de repetir sin parar las fabulosas mentiras que ni el mismo se cree.


En la pared de la habitación tenía colgada la foto de Adolfo Hitler, pero la sustituyó para evitar las preguntas de los curiosos que se encapricharon en que era él cuando joven.


Ahora puso encima de la mesita de noche de su cuarto, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, la cual quita y pone de acuerdo a las circunstancias, aunque después de muchos años de meditación llegó a la conclusión que fue la mejor idea que se le pudo ocurrir para que los demás no lo consideraran un tirano y creyeran en su devoción por el Cristo.


Por eso cada vez que alguno de los ancianos recluidos se pone melancólico, le enseña la foto para darle ánimo y consuelo, aunque en voz baja no deja de repetir mirando para todos lados.


-El mundo está lleno de imbéciles, con esto los confundiré, porque yo no creo ni en mi madre ja, ja, ja., y oculta el rostro maliciosamente entre las agrietadas manos, para que los presentes no adviertan su sonrisa lobuna.



LA DOBLE MORAL



Maria Virginia López una de las tantas secretarias generales que tuvo el núcleo de mujeres de la zona en que yo vivía, tenía el padre en Miami desde el 1959 y a sus dos hermanos menores, a los cuales no les escribió nunca ni unas líneas, y si alguien le preguntaba por ellos no respondía, bajaba la cabeza como si no escuchara, y no exagero si digo que hasta un rubor le invadía el rostro ligado con un desagrado y apatía increíble. Me imagino que para ella era hasta inmoral esa pregunta.


Aunque dicen que cuando esto sucedía iba rápidamente para el traspatio de su casa y se metía en el cuarto de desahogo por varias horas.


Unos chiquillos del barrio una vez la expiaron y la vieron encender velas y arrodillarse delante de la estatua de San Lázaro que ocultaba dentro de una mesita.


También le encendía aceite, le ponía café, tabaco y cuanto kilo encontraba a su paso, mientras le hacia peticiones y le pedía perdón por tener que negar al padre y a los dos hermanos delante de la gente.


Pobre mujer en el fondo la compadecí muchas veces, tenia que sobrevivir, aparentar para no perder el trabajo, aparentar para que los hijos no perdieran los estudios, y aparentar para que al esposo no le quitaran el carné, que aunque para nada le servia, le era imprescindible a la hora de los análisis y las conclusiones, y como no se podía ir del país por tener al mayor de los hijos cumpliendo con el servicio obligatorio por tres años, no le quedaba mas remedio que aparentar una ideología sintiendo otra y llorar a escondidas de los búhos de turno, el dolor de tanta apariencia.


Esta señora de quien les hablo nunca hizo lo que Guillermina Febles. A esta nadie le pudo hacer nunca nada por no dejarse manipular ni inyectar ideologías comunistas.


Ella no soportaba la hipocresía, y gritaba a los cuatro vientos sus criterios, por eso muchas veces se la llevaron a la Unidad Policial, al final la hicieron disidente sin pertenecer a ningún grupo opositor, solamente por lo que decía y hacia.


Tampoco era terrorista como muchas veces le gritaban, pues nunca puso una bomba, ni envenenó el acueducto, ni le negó un plato de comida a ningún caminante oportuno o no. Ni le faltaron sobras para los perros callejeros y los gatos hambrientos que esperaban por las espinitas de sus merluzas saladas, las que colgaba en la tendedera para secarlas bien al sol y después comerlas en un aporriao, imaginándolo un sabroso bacalao de exportación vedado en Cuba para el hombre de a pie.


Muchas veces iba de puerta en puerta advirtiendo a los ciegos de que todo lo que se decía y hacia no era para el bien del pueblo sino para el mal. Incluso advertía a los padres sobre el futuro de los hijos.

Sonriente decía todas las verdades, sonriente mentaba la madre a cualquier intruso, sonriente arrancaba cualquier pancarta, anuncio , o proclama que pusieran en su puerta, o expulsaba a palo limpio a cualquier miembro del grupo de moralistas , búhos de guardia, o núcleo de mujeres improsultas, que fuera a exigirle participación, o que hiciera guardia cederista.


Muchos la tildaban de loca, y algunos niños de la vecindad azuzados por los mayores, le tiraban piedras, otros le temían por las calumnias que escuchaban de sus padres, pero ella era totalmente inofensiva, totalmente humana y amiga. Y muy previsora de la realidad y sus consecuencias.


No me equivoco si afirmo que era una de las mas claras referente al futuro que nos esperaba, y así se le escuchaba decir en la bodega aprovechando la concurrencia de la vecindad cada vez que se hacían filas interminables para poder alcanzar algún producto alimenticio, que aunque estaba normado, venia en tan pocas cantidades, más la sustracción de los oportunistas, y las onzas robadas a ex profeso, que no todos alcanzaban.


Mi abuelo decía que Guillermina era una mujer “Letrada”, pues sancionó en el tribunal de la calle y la dignidad a muchos leguleyos gratuitos, y a otros los puso en su lugar.


Incluso cuando el segundo exilio masivo, maldijo a toda voz a los vecinos y trabajadores que convocados por el grupo de búhos a sueldo, fueron al ataque contra los que abandonaban la isla, con huevos cluecos, perros muertos, tiñosas putrefactas, y otras sustancias descompuestas, obligándolos a permanece ocultos por miedo a ser agredidos físicamente hasta que les llegara la hora de partir hacia un futuro mejor.


Toda esta agresión iba conjunta a un altoparlante donde la palabra escoria, vende patria, traidores, gusanos, y otras ofensas más servían de fondo musical a los instintos de los provocadores y que de no ser por la iniciativa de estas personas agredidas, de no asomar la nariz, hubiera sido una masacre.


Mientras esto ocurría Guillermina Febles corría de un lado para otro, lanzándole blasfemias y piedras a los organizadores del mitin repudio, pero la concurrencia no le hacia caso, y continuaban con su objetivo alborotador en contra de los que se iban,


Las arbitrariedades que se cometían por los “más puros” eran así, y como se nutrían de cotorras informantes, búhos de turno, pirañas encorbatadas, y sapos pilotos, podrán imaginarse las consecuencias de los habitantes de este pedazo de tierra, que pasaba de lo terrible a lo ridículo.


Paso el tiempo y la pobre de Guillermina no pudo ver su patria libre de la doble moral, los maltratos y los ultrajes contra los que decidían tomar un camino propio.


Una terrible enfermedad invadió su cuerpo y en los primeros días del mes de marzo del 1978 falleció en su humilde casita de la calle Rosario en la provincia de Pinar del Río.


Su tumba hoy no tiene flores, porque sola y sin familia vivió durante su existencia sobre esta tierra, y si alguien la recuerda quizás no tenga el valor necesario para frecuentar su lecho mortuorio por miedo y cobardía, pero desde cualquier lugar del mundo donde yo me encuentre la recuerdo y le brindo mi sencillo homenaje.

POEMA...INTERNAMENTE VOY DEJANDO LA VIA


Internamente voy dejando la vía

Sin cantar victoria

Resignada a mi legado de dolencias

Mientras el carnaval del mundo

Punza en mi interior

No queda tiempo de resacas

El fuerte invierno penetró desde abajo

Y fue cercenando

La parte más endeble

Ya no me quedan dudas

Llegó el momento

Mis huesos se desmoronan

Al igual que mis ojos

Solamente me queda ir dejando

Lo que adquirí a mi paso

Sin lamentar el desamparo

Ni los golpes de adentro

Mucho menos el terremoto

Que a mansalva cabo mi intuición

Cuando a penas era una muchacha

Que soñaba con hadas

Donde sólo existían brujas

Y aves de rapiña