EPISTOLA
Segundo premio en epístola concurso El Heraldo 2002
por: Adela Soto Álvarez
Un día, un mes y un año del siglo XXI, desde una penitenciaria cubana.
por: Adela Soto Álvarez
Un día, un mes y un año del siglo XXI, desde una penitenciaria cubana.
Querida madre.
Aunque hoy no es más que un nuevo día tras las rejas aberrantes y absurdas de la injusticia, me levanté con todos los recuerdos en las sienes y la rebeldía pecho afuera, y no porque las cosas estén peores, sino porque todo continúa igual.
Las mismas requisas irrespetuosas, las Biblias incautadas, la discriminación, las amenazas, y cualquier tipo de violación como pan diario.
Suerte para mi que creo en el altísimo y sé que la fe es mi única compañía, por eso la razón no la he perdido en un marasmo irremediable, y me aferro a ella con todas las fuerzas que me quedan.
Recibí después de muchos meses de silencio tus cartas, fueron para mí como el mejor de los alivios. También el libro de poesías que te pedí tantas veces y el instructor no me dejaba pasar. Por suerte se convenció de que la poesía no es un enemigo. Con este libro me paso horas leyendo y soñando y el peso es menos fuerte.
Del negro, Paco y Musuly no tengo mucho que contarte, siguen con una tos terrible. Es mucha la humedad y el piso cada vez más frío, para mí que están tuberculosos como los demás de su galera, pero esto no se puede confirmar. Les dijeron cuando se quejaron que no había transporte para llevarlos al hospital.
A Nilo le dieron una paliza porque alguien dijo que era el promotor del grupo que permanece plantado.
El Nato hace más de cuatro días que no quiere probar bocado y oí decir que se va a declarar en huelga de hambre, porque lo confinaron a una celda de castigo por hablarles a sus colegas de los derechos humanos. Aunque aquí todos estamos en huelga de hambre de forma permanente, hace mucho tiempo que no comemos otra cosa que no sea harina con gusanos y boniatos, y él que se queje lo coge el hueco.
Por eso la gente se calla y traga todos los venenos de la cólera hasta explotar y no permiten que la palabra salga.
Ahora hay un comentario de pasillo con el asunto de que van a suspender las visitas nuevamente, no han dicho las causas pero me las imagino. De todas formas, aunque tú y papá no puedan verme, yo los llevo en el corazón al igual que a mi hermana Dulce.
Según sondeos de mis amigos de infortunio, hay comentarios de que me van a trasladar con ocho más para una prisión de mayor severidad, pero no te preocupes sabes que soy inocente y cumplo una sanción arbitraria.
Nunca cultivé marihuana, solamente sembré ajíes, coles, y malanga para el consumo familiar .Las plantas de narcóticos que encontró la policía en los canteros todavía me estoy preguntando de dónde salieron, pues lo que no se siembra no pude crecer. Además sabes que yo nunca haría semejante cosa, conoces mis valores y moral mejor que nadie, pero así es la vida, me tocaron las culpas que no me pertenecían por querer que mi país sea libre, y como no me podían acusar por ideales, el blanco perfecto era el delito común, aunque pensar en eso me arde las veinticuatro horas que dura el día y ahora mismo escribiéndote quisiera ser un explosivo que terminara con todo de un tirón.
Se que no debo decirte estas cosas, pero créeme he tratado como tu me enseñaste de ser paciente, analítico, no guardar rencor y ser noble para el perdón, pero no he podido aprender a poner la otra mejilla cuando el golpe me llega a las entrañas , y este me caló hasta los huesos.
¿Te acuerdas de Carlos el joven que cumple una larga condena tan sólo por amar la libertad y odiar la jaula impuesta? Pues bien hace un mes desgarro las paredes, dobló los barrotes y se lanzó contra las alambradas.
Todo ocurrió de forma inesperada y aunque la luz era extremadamente escasa me fue suficiente para reconocerlo.
Pero la suerte no siempre acompaña al deseo y en los centros penitenciarios hay demasiadas cornetas y vampiros de turno armados hasta los dientes y a una sola voz las fuertes ráfagas invadieron el recinto con sus bocas hambrientas.
Los culatazos y los bastonazos crujían al son de las patadas y la lluvia de vejámenes Rápidamente la inflamación comenzó a devorar su cuerpo y uno de los proyectiles hizo blanco en su brazo izquierdo. El corazón se me doblo de ira cuando lo vi caer por tanto odio.
Hace varios días que supe de su mala suerte, dicen que perdió el brazo y también el nombre propio. Ahora todos lo llaman El Manco, y le doblaran el castigo.
Tendrá nuevamente cuando regrese a la cárcel que auto agredirse para sentir que alguien se preocupa por él, como ha hecho todo este tiempo que lleva en cautiverio.
Cuando lo conocí tenía veintisiete años y en su rostro sin luz solamente se reflejaba la acusación eterna .Sus dientes también sufrían la ausencia del estomatólogo, pero respiraba y eso es suficiente para que los instructores y los custodios piensen que estamos vivos.
Jamás se me olvidara el día en que me hablo de Chicho el ratón, el más audaz y valiente de todos los roedores que convivían con el en la celda.
A pesar de la ausencia de sus dientes incisivos, reía sin avergonzarse cuando me contaba de las travesuras de Chicho y cómo le gustaba colarse por los huecos de la antihigiénica colchoneta.
Casi no podía creer lo que me narraba con todo el entusiasmo de un infante, pero me aseguró que fue Chicho quien después de muchas noches de reflexión, le aconsejó huir de aquella celda sin instalaciones sanitarias, ni agua potable, a veces con humedad extrema y otras con calor sofocante.
Lo cierto fue que Chicho coló la idea en su mente y el aunque no me dijo el día ni la hora, ni siquiera como lo haría, estuvo dándole taller suficiente a la posibilidad de ver el sol.
Madre, sé que tu no aprobaras tal locura, incluso será para ti una nueva preocupación, creyendo que eso me estimule a hacer lo mismo, pero aunque en una prisión de régimen severo lo que no se sabe se aprende y lo que no se piensa se hace, y como Carlos tenga un día que darme a la comunicación con Chicho u otro roedor de los que habitan en cualquier celda inmunda, sigo fiel a los consejos que siempre me inculcaste. Y aunque no te niego que en mi mente no cesan los proyectos de libertad, sigo esperando que un día no muy lejano, la justicia se quite la venda de los ojos y se declare la amnistía para todos los hombres inocentes de mi tierra.
Besos para todos y mis profundos deseos de verte y abrazarte.
Tu hijo