BAJO LA PLENITUD DE MIS DISCURSOS
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Por: Adela Soto Alvarez
Con qué dolor Dios Mío, veo al pavor invadir los espejos
se ha regado la muerte
y la necesidad nos da sus coletazos
Le temía a esa muerte y espantaba sus guiños
pero volvió majestuosa
llegó con su aguijón de mil cabezas
Todo fue un gran relámpago
y hasta los arlequines donaron sus harapos
al carrusel de trombas que sedujo los cuerpos
Fermentaron mi voz
y el corazón se me volvió un nudillo
de ver caer hasta las piedras.
Muchos se mezclaron al festín del idilio
otros se conformaron con comer las cenizas
de todo el esqueleto que sepultó la historia
mientras los más sensatos
se creyeron vivir
sin pensar en las trombas que aullaban a su paso
Dios mío por qué me invade el miedo
este miedo a la muerte del tiempo y sus misterios
a que mis pobres manos se cansen de rogar
Miedo a los que se introducen en hazañas monstruosas
empecinados en el valor del oro
y en llegar al lugar donde los espera el trueno
Me duelen los niños ardiendo como moscas
los ancianos sedientos
los que aran en el mar de los conquistadores
por un simple puñado de carroña
Con que dolor Dios Mío,
Veo a mí alrededor la maldad y la impureza
haciendo malabares sobre los cuerpos vírgenes