De Cara al Sol.
“¡Qué guerra ésta! Pensaba yo por la noche, que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de anarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento”
“¡Qué guerra ésta! Pensaba yo por la noche, que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de anarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento”
Por; Lic. Adela Soto Álvarez
19 de mayo del 2008
José Martí el valiente hombre que nació en la calle de Paula un 28 de enero, que nutrió al mundo de sabios ejemplos, y alzó su pluma tanto para niños o adultos, dejándonos el legado de una obra repleta de enseñanzas y patriotismo un día como hoy cayó en “Dos Ríos” hace precisamente 111 años de esta fecha que no podemos olvidar, pues es parte de nuestra historia patria.
Cuenta la leyenda que fue un domingo despejado. Había llovido en los días precedentes, pero esta mañana era luminosa y la luz del sol lo irradiaba todo, como si nada fuera a suceder.
Desde el 13 de mayo andaban Martí y Máximo Gómez, con sus fuerzas, por el campamento de Dos Ríos, donde los cauces del Contramaestre y del poderoso Cauto se dan la mano, en la montañosa Sierra Maestra
Se encontraban a la espera del general Bartolomé Masó, quien se acercaba con sus tropas. Gómez, que siempre estaba inquieto, reconoció los alrededores ante las noticias de la proximidad de una columna española al mando del coronel José Ximénez de Sandoval.
Martí aprovechó ese tiempo para redactar instrucciones y cartas. Una de ellas fue la que inició el día anterior el 18 a su amigo mejicano Manuel Mercado, y que quedó interrumpida por la llegada del esperado general Masó.
El encuentro de las tropas de éste con las de Gómez, que arribaban de vuelta un rato después, tenían al campamento muy animado. Los dos generales se abrazaron y arengaron a las tropas.
José Martí el cálido y agitador orador de la palabra encantadora y subyugante que fascinaba y atraía, tomó la palabra e hizo vibrar el alma de sus soldados, y hubo en el campamento como una inefable y vivificadora fragancia de libertad, alegría y valor”,
Después de almuerzo, las avanzadas cubanas informaron que las tropas del coronel Ximénez de Sandoval se encontraban en las inmediaciones, por lo que Gómez comprendió que le habían seguido el rastro y decide salirles al paso, anticipándoseles de este modo a sus acciones.
El General en Jefe imparte las órdenes. Llevaba consigo alrededor de 400 hombres, con una buena caballería; pero los enemigos sobrepasaban los 600 efectivos.
El combate fue encarnizado y se hizo necesario cruzar el río Contramaestre, que estaba crecido con las lluvias; el ímpetu mambí superó este contratiempo y sin pensarlo dos veces cargó sobre la vanguardia española.
Gómez ordenó a Martí que permaneciera en la retaguardia, junto a las fuerzas de Masó, protegido entre los ayudantes de éste, los hermanos Ángel y Dominador de la Guardia.
Pero Martí no era hombre de los que aceptan ver los toros desde la barrera e invitó a Ángel de la Guardia a que lo acompañara en la carga. Montó el caballo bayo que le obsequiara José Maceo y portó el revólver regalo de Panchito Gómez Toro.
Ya muchas veces antes habia probado su valor -el humano, el intelectual, el que se exige día a día ante la penuria y la renunciación por la consagración a la causa de la independencia de la patria.
Del mismo modo que demostró su entereza física ante las durezas de la vida en campaña -lo cual motivó la admiración de Máximo Gómez-, Así mismo hizo en este momento crucial, porque lo animaba un valor personal ciertamente temerario, por eso salió a la carga sin pensar en consecuencias y mucho menos en lo ordenado por Gómez
En un dos por tres el humo de la pólvora lo ennegreció todo y la pareja de jinetes avanzó hasta penetrar las líneas del enemigo.
Una granizada de balas los recibió con sus fauces hambrientas, y bajo un sin fin de disparos cayó herido de La Guardia bajo su caballo, al tratar de incorporarse vio que Martí estaba sobre el terreno ensangrentado.
Trató de cargarlo, pero no pudo y regresó al campamento, donde informó de su caída y buscó ayuda para rescatarlo. Son alrededor de las dos de la tarde de este 19 de mayo de 1895 cuando ocurre la tragedia.
En realidad, nada se puedo hacer: el cadáver de Martí fue reconocido por un práctico y la documentación que llevaba consigo confirmó su identidad cubana.
Al revisarlo se pudieron percatar de que tenía varios impactos mortales en el cuerpo y otros en la mandíbula y el pecho. Una bala segó la vida del héroe cubano en plena madurez
El general Gómez insistió en sus empeños de rescate, aunque infructuosamente, pues Ximénez de Sandoval se retiró a marcha forzada hacia Remanganaguas con los restos del héroe de Dos Ríos
Por eso Gómez escribió en su Diario: “Esta pérdida sensible del amigo, del compañero y del patriota; la flojera y poco brío de la gente, todo eso abrumó mi espíritu a tal término, que dejando algunos tiradores sobre un enemigo que ya de seguro no podía derrotar, me retiré con el alma entristecida.”
“¡Qué guerra ésta! Pensaba yo por la noche, que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de anarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento”
En la tarde del 20 de mayo fueron enterrados los restos de José Marti en un lugar llamado Remanganaguas, sin caja, y en una fosa común.
Una vez llegado el coronel Ximénez de Sandoval a Santiago para notificar el suceso, se le ordenó la exhumación del cadáver pues el gobierno español quería despejar cualquier duda acerca de la identidad de los valiosos restos de Martí y confirmar así su victoria.
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Posterior a esta confirmación se dio la orden de trasladar los restos de José Marti al cementerio de Santa Ifigenia en la ciudad de Santiago de Cuba.
Después de este traslado y de la real noticia de su muerte en combate, muchos criterios surgieron dentro de la historia pero la realidad no ha sido otra de que José Martí, no sólo dio la vida por su patria, sino que fue un revolucionario incansable en el arte y en la política; su obra es inmensa y abarca la poesía, la novela, el periodismo y el ensayo.
Fue un gran pensador, orador, diplomático y político. En el campo de la poesía merecen mención Ismaelillo (1882), Versos Sencillos (1891), Versos Libres y Flores del Destierro.
Sus obras ensayísticas más notables son el Presidio Político en Cuba (1871) y Nuestra América (1891), cabe también destacar su obra epistolar, de un elevadísimo nivel literario.
Su genio político rebasó las fronteras de su tierra y su época, las facetas de su pensamiento se encuentran interrelacionadas en la tarea que se impuso y a la cual dedicó toda su vida, la unidad de todos los cubanos, y fundar una república libre e independiente, "Con todos y para el bien de todos".
Lo demostró en Dos Ríos, “de cara al sol”, en la tarde del 19 de mayo de 1895.
Estaba convencido y así lo expreso cuando afirmó: “que “la muerte no es verdad, cuando se ha cumplido ‘bien la obra de la vida.”