Nuevamente sobre la palestra
Donde nadie toca la flauta
Ni siquiera se postran de rodillas
Dicen los sabios que todo sería en vano
Pues quien nace sobre el aguijón
Jamás deja de afilar la ponzoña
Suerte que aún tengo un ojo
Y un pedazo de razón al rojo vivo
El corazón me late
Me late como una tromba marina
Que se desboca sin permiso
Muchas veces salta de mí
Y se atrinchera hasta los dientes
Al sentir tanta muchedumbre a puro grito
Estómagos exhaustos
Olfatos turbios
Gargantas sin aliento
Y el ir y venir de banderolas
Abriendo el paso de los muertos
Sin que a nadie le importe el final de la batalla
Ni cuántos caerán al son de los tifones
Lo importante es introducirse en la manada
Sin averiguar si la sangre fundó el pavimento
O el pavimento está hecho a fuerza de tanta sangre
Y así van cumpliendo profesias mundanas
Ensalzando a héroes y mártires de barro
Y entregándoles a los incautos las llaves del deleite
A la vez que escupen el rostro de los verdaderos elegidos
¡Cuánta turbación en la palestra inquisidora!
¡Cuántos nulos con el corazón en venta!
Mientras el mundo continúa cruzando de un lado al otro
Cada vez más pecador
Más fariseo
Más incapaz de conocer a Cristo.