Encontré tus señales en las ruinas
A pesar del gran brocal de miedo
Fluían excelentes y confiadas
Despejando el calvario incomprensible
Y allí estabas tú lleno de mí
Con las mismas zancadas de niño tembloroso
También estaban los sueños
Sin marcar
límites
Todo era como antes
Profundo, impactante,
Concurrido de toda la demencia
Y corrí a darte el antídoto a las razones
Entonces descubrí en el fluir de lágrimas
Tu coraza
enroscada a intenso fuego
Y no eran los espejos los que me devolvían tu
imagen
Era tu anatomía lucida y galante
Sin apagar ni un solo poro
De repente se desbocaron los latidos
Llenos de un afán incontenible
Y volví a ser tuya entre las hojas
Con la luna como único testigo