Quién sabe si de pronto
Me adueño del pergamino de la seducción
Y comienzo a regar mis oquedades
Sin deudas ni prejuicios
Y comienzo a regar mis oquedades
Sin deudas ni prejuicios
A veces el corazón se rebela
Cansado de la garrocha y los tizones
También de cabalgar sobre amores tardíos
Por el simple hecho
De aferrarse a reanimar lo inanimado.
Pero cuando te miras pecho adentro
Sientes la sangre resbalar de punta a punta
Y deseas apagar el grito
Porque para esto no se necesitan 20 años
Ni tener alma de novelita rosa
Se puede resurgir desde la nada
Atrapar lo imperecedero en la palma de la mano
Y mucho más cuando estamos cansados
De acunar presagios
Cortejar a los monjes del silencio
Besando sus bocas en evocación
Aún tengo poros al descubierto
Y una razón lucida
Asimismo crece el fuego en mis ideas
Para hacer latir de cabeza a pie
Quién sabe si de pronto
Me adueño del pergamino de la seducción
Y te busco en el trópico, o en cualquier parte
Segura de qué aparecerás exuberante e impetuoso
Dispuesto a penetrar los sendero de la perdición
Que yo te ofrezca
Y te busco en el trópico, o en cualquier parte
Segura de qué aparecerás exuberante e impetuoso
Dispuesto a penetrar los sendero de la perdición
Que yo te ofrezca