Muchas fueron las cosas que sucedieron en la isla cuando allá por los años noventa el período especial azotó la economía del pueblo.
Y esto ocurrió, porque no todos se adaptaron a encuadrillarse frente al televisor sábado por sábado en espera de un buen filme, o programa de participación. Pues en Cuba se adolece mucho de este tipo de entretenimiento, ya que la programación se rige más por patrones de corte ideológico y político que a refrescar y entretener las turbadas mentes.
Otros de estos jóvenes encontraron una buena distracción en el sexo, el que cogieron como hobby, sin amor, ternura, condiciones o conocimientos en educación sexual, así se les veía sin protección ni sentido deambulando por la vida.
Supe de infinidad de casos que utilizaban los albergues estudiantiles como posada, donde unos velaban a los otros, y en las mismas literas donde dormían, practicaban su sexualidad inexperta y torpe, la que no más de una vez condujo a adolescentes femeninas a la frigidez incurable y al vaginismo, todo producto de las manipulaciones sin imaginación ni conocimientos en este campo tan complejo en la pareja.
Esta práctica también provocó que los varones se convirtieran en maquinarias sexuales, y en machistas empedernidos.
Normita la hija de Mariluz mi vecina fue una de las que engrosó las filas del jineterismo, por miseria y por engaño. Su necesidad e inmadurez se conjugaron para ser presa fácil de un momento de desespero.
Una mañana de noviembre bajo un intenso frió, la vi muy tempranito recostada a la verja que daba paso al portal de la vivienda donde residía con su hermana menor Zoraida y su madre Mariluz.
Me le acerqué preocupada, preguntándole qué le sucedía. Primero me dijo que nada, después decidió contarme con pocas palabras, que necesitaba un vestido nuevo y un par de zapatos para asistir a una entrevista de trabajo, pero no tenía dinero para comprarlos.
No comprendí bien su respuesta, pero le seguí la conversación para obtener mejores datos de la entrevista, pues ella solamente tenía quince años, y no era posible pues debía tener diecisiete para comenzar a laboral.
A los pocos minutos del intercambio de palabras me dijo que un taxista que trabajaba en el hotel y muy amigo de un extranjero que tenía un negocio de fotografías para un revista europea le había ofertado un trabajo por 100 dólares la noche, que solamente era posar para unas fotos en trusa más o menos por dos horas, pero que si no iba presentable no le darían el empleo.
Le pregunté que sí su mamá sabía de eso, y me contestó afirmativamente, aun así pensé que era mejor yo misma decírselo y aconsejarla de las posibles complicaciones del asunto.
Por lo que fui de inmediato a casa de Mariluz y se lo enfoqué de forma inteligente, pues aunque teníamos confianza suficiente para tratar cualquier situación, sabía de su escasez mental, y de las necesidades perentorias que flagelaban su hogar.
Mariluz mucho más entusiasmada que la hija me afirmó que la oferta era un negocio redondo, después me relató los por qué y por cuánto de la trama y hasta me afirmó que su muchacha tenía condiciones para modelo, además muchas chicas se casaban con extranjeros y se iban para otros países, y quien quitaba que su niña le gustara a los dueños del negocio de fotografías y ahí encontraba su futuro, con intentar no perdía nada y la suerte era loca y a cualquiera le tocaba.
Después me comenzó a poner ejemplos, de que si Julita y Martica, eran modelos en México gracias a la ayuda de un mexicano que vino de visita y las conoció por casualidad.
De que si Olga se casó con un francés, que si Lourdes la mantiene un alemán, en fin tantas cosas me dijo que no sabía ni como convencerla del peligro que podía estar corriendo su hija.
En parte lo de modelo de ser cierta la oferta era posible, quince años recién cumplidos, alta, delgada, de buen cuerpo, pelo negro largo, ojos verdes, coposas pestañas, y un cutis suave como una rosa, pero lo que no comprendía Mariluz era que a pesar de todas estas cosas tenía muy corta edad, experiencia y sabiduría para enfrentar la manada que se le avecinaba.
Normita llegó en el momento menos esperado de la conversación, y con mucho ímpetus me pidió que no me metiera en sus asuntos privados, que ella hacia con su vida lo que le viniera en gana, que yo era una envidiosa. Todo esto acompañado de una avalancha de palabras obscenas.
Pues bien, nada se podía hacer en este caso, y si ella lo aceptaba junto a la madre, mucho menos, además me di cuenta perfectamente que el factor dólar había aturdido las entendederas de estas dos mujeres, por lo que decidí regresar a mi hogar y no volver a meterme en problemas de nadie.
Pasaron varios días de este incidente cuando una mañana sentí unos fuertes gritos de auxilio que venían de la calle. Así fue como supe de la muerte inesperada de Normita, había ingerido gran cantidad de salfumante y psicotrópicos para que su expiración fuera segura.
En el sepelio Mariluz me contó con detalles todo lo sucedido en el negocio redondo. Al fin el mismo taxista, consiguió el vestido y los zapatos, así como un montón de alhajas propias de la ocasión y se fue para el debut en horas de la noche.
Allí tuvo que posar desnuda por más de cinco horas de tomas fotográficas y de video, después tuvo que realizar pornografía con tres hombres y dos mujeres, el final fue ser violada por el dueño de la acción, que antes de pagarle los 100 dólares le dijo que si no se dejaba hacer el amor no le pagaba lo acordado.
Normita había caído en un negocio de tráfico de sexo el cual desquebrajó su inocencia y psiquis. Había sucumbido por necesidad económica en las garras de un taxista proxeneta que resolvía la suya a la caza de los extranjeros que viajan a la isla en busca de muchachitas incautas, con el objetivo de acumular fondos para sus bolsillos y calmar sus aberraciones a bajo costo.
Lo cierto fue que Normita después de enfrentarse a la jauría y cobrar los 100 dólares acordados, no tuvo más salida que el suicidio.