(Poesía 2005)
Por: Adela Soto)
No sabes cuanto siento seguir en esta sombra
Sin saber en qué noche regresaré del todo
con las alas abiertas y los ojos en siempre
Siento escuchar tu voz rompiendo mi paciencia
tú ronca voz de ángel taciturno
para mi pena aguda
Ayer no es suficiente
mañana será poco
Te necesito ahora
sorprendida
desnuda
aunque sea en la pausa
pero inmortal y libre
para que no me duela haberte abandonado
Este sueño que vaga
me lleva a tus esquinas
me revuelca y me mata
Y por mucho que sueñe
permanezco sin ti
Pedacito de isla
que se me clava fuerte
II
Voy por la calle sedienta y siento frío
Un frío que lacera y me consume
La añoranza también me llena sin saberlo
Y siento que me faltas en todas las esquinas
Que me faltas y duele
duele sin repetirlo
Aunque nadie lo note
Aunque nadie descubra mi lágrima infinita
Cuánto diera por transitar tus montes
tus montes más profundos,
soberanos del todo
Sin que nadie se interponga a que te llame mía
Y poder abrazarme a tus terruños
Mi pobre tierra ausente
que abandoné en silencio
pero que llevo a gritos
En cada dolor seco
en cada poro abierto
en cada bofetada que me concede el tiempo.
III
La casa está muda
como una caracola enroscada y sin ruidos
Solamente se escucha el dolor de los puertos
y el arpa solitaria de un pasado nulo
Cuanto quisiera desempolvar el tiempo
y hacer una gran fiesta
Gritarle que me muero
de tanta algarabía
patética y volcánica
Pero mi voz se apaga
entre lágrimas feroces y malévolas
Y tú sigues ahí eternamente triste
mientras se acaba el sueño
en mi festín de auroras