Por Adela Soto Alvarez
Yo casi desconocida por quienes me rodean
tal vez con nombre propio en viejas inscripciones
carcomidas y cursiles
Utilizó un sinónimo que no me corresponde
mientras mi risa se espanta
y el pájaro se muere
Yo casi desconocida por quienes me rodean
tal vez con nombre propio en viejas inscripciones
carcomidas y cursiles
Utilizó un sinónimo que no me corresponde
mientras mi risa se espanta
y el pájaro se muere
Yo la mujer valiente
la que enfrentó con uñas los lobos del camino
y nunca tuvo tregua ante los desarmados
Veo mis sueños secos
al borde de cuatro décadas que se unen punzantes
para gritarme desde un tiempo perdido
Que mi paso fue inútil
que el árbol no fue frondoso
y el libro fue leído tal vez por unos cuantos
Del hijo nada dicen
ese tal vez nació o se quedó en mi vientre
Yo la mujer violenta aferrada al espejo
que regó las semillas de todo el optimismo
con lágrimas y desvelos
para que germinaran
y no verlas secarse lentas y descarriadas
Yo totalmente desconocida
ausente y polvorienta
deambulo por la vida
y fundó con mis pies los lamentos que ruedan
Hoy arrastro la cruz de los desposeídos
y veo cruzar los días como una bofetada
mientras mis labios silban el mismo sobresalto
Me duelen las costillas
me duele mi intuición clandestina y cobarde
el amor que oculté y oculto todavía
en mi pecho sediento
de grabadora rota
Yo la más desconocida de todas las mortales
me abandona la suerte
en esta madrugada de cenizas
creyendo en la reconciliación de mis propios conflictos
mientras mi angustia la aumenta los golpes a mansalva.