Soy la oveja negra
De un rebaño familiar
Que no entiende de diversidades
Y mucho menos el alma de un poeta
La oveja rebelde que se enfrentó al monstruo cotidiano
Para ver brillar aunque fuera en sal muera
Su más preciada aspiración
La insomne adolescente que pasó a la vejez
Llena de designios y estocadas
Pero qué continúo irreverente
A cualquier mandato alcaico
Donde prevalecían caprichos
Y no la realidad absoluta
Por eso soy la que deambula sin calma
Sintiéndose expulsada de la vida
La viajera de un buque suicida
Que siempre zarpa
A la intemperie
La incomprendida, e inconforme
Mujer de nadie
Porque en cada alguien ve un posible demonio
Soy la portadora de la infelicidad
Según afirman los frutos que concebí
Y hoy me clavan en la cruz de la culpa
También me avasallan los frutos de esos frutos
Y aquellos que se injertan en sus ramas
Convencidos por herencia
Que soy nota inarmónica
Del pentagrama “Machista “
Que predomina en sus conciertos
Y no saben que tan sólo soy
La Dulcinea de Ortodoxo
En espera de un Quijote alucinado
Envuelta en un manto de dudas
Horrendamente herida
A veces desquiciada
Profetizando la bondad en la maldad
Y viceversa
La iracunda y desafiante contra el extremismo
La defensora implacable de la lógica
Aunque ninguno quiera permitirme
Cumplir con mi misión perpetua
Tal vez sea quién ellos menos se imaginan
Quizás ni yo misma me conozco
Porque a veces el ego nos alivia
Pero al final nos aplasta como ratas
Lo único que sé es
Que ya no soporto por más tiempo
Esta pesada carga
De haber sido elegida para habitar
Como la oveja negra
De un rebaño familiar
Que nunca aceptara mi afán
De conocer el otro lado de la puerta