Yo la simple muchacha sin alardes de maga
Subsisto y me aprisiono al compás de la espera
E infiltro mis oídos entre las ondas fúnebres
Me reclino y las miro pasar como gaviotas
Sobre las ensenadas y los pobres molinos
Que una vez confundieron los ojos del Quijote
Y ahora pierden sus aspas sin el menor conflicto
Yo la sensible y tierna que vive atrincherada
Entre la complicidad de sus ebrias paredes
Me niego a resignarme a que penetre el fango
Por la callejuelas de mi tierra inocente
Y me alzo y discuto
Sin importarme el pago de las rejas impías
Que esperan por mi violencia para oxidar mis huesos
De algo hay que morir
De algo hay que salvarse
Y no es filosofía
Ni siquiera el presagio que pregonan los brujos
Es toda mi dimensión expuesta al remolino
Es toda mi verdad
Como una limpia hoja