Veo tu silueta en los rincones
Firme
Y a la vez destructiva
Repasando sin pausa
Los días de locura
Es una silueta que me sabe a vacio
Y a la vez a pájaro huracanado
Me lleva sin rumbo
A un árbol milenario
Con el objetivo de salvar mi soledad
Pero no logra
Que deje de ver el precipicio
Y se abalanza contra mi imaginación
Cubriéndome de trinos insistentes
Tu silueta y mis ojos
En la dulzura de un instante
Como una penitencia
Entre estigmas y un pasado voluptuoso
Atenuando el dolor
Que aúlla como lobo herido
De pronto veo junto a tu silueta
Una pintura negra
Que se adentra en mi parsimonia
Con la misma furia
De los inviernos
Y comienza el inventario
La neblina
Y una voz sórdida
Que sale de los pedregales
De modo que nada logro hacer
Porque el ardor lo llevo en la memoria
El fuego y el desastre
Tengo descubierto el pecho
Inmune la capacidad
Y el sacrificio
Pero ni aun así se aparta tu silueta
De este ir y venir de pensamientos