Del poemario (MI HIJO EL REO)
Treinta años es
como decir
La vida toda
Poner el corazón en
crisis
Y ver que la
esperanza va rumbo
A un asidero.
Difícil
Cacareo
Indefinido
Que todos los días
Regresa el
torbellino
Y rugen los
fantasmas
Envueltos en
fétidas excretas
Y orinas
putrefactas
Roedores, insectos
Agua insalubre
Filtraciones de cal
Muertes
Suicidios
Enfermedades
Y amenaza
La luz es tenue
Tal vez no existe
luz….Es más posible
Porque la neblina
Los va dejando
ciegos
Y regresan los
péndulos
A recordarles
Que el período
Es feroz
Y que devora
Comienzan a
dolerles las angustias
El grito se hace
hondo
Irresistible
Y el amo sigue ahí
Alzando la palabra
O el látigo palabra
Se inflama la gente
de todo el hemisferio
Empinan un nuevo
desafío
Y sólo encuentran
una tortura nueva
Porrazos a mansalva
Altas tensiones de
quién sabe cuántos Volts.
Colgaduras
monstruosas
Golpes con torvas,
Torvas con espinas
sobre la piel desnuda
Y la apetencia
lacerándoles
Dolencias y
calvarios.
Los diarios se
disparan
Suenan voces,
relámpagos
Se elevan
madreselvas,
Flores rojas,
Blancas,
Marchitas
Se hincan de
rodillas los hombres y los peces
Suplican a la razón
A los santos
infiernos
Al sepulcro de
Cristo
Hasta a las
maldiciones que evocan los guerreros
Y no encuentran el
as de basto
Ni logran entender
tantas razones
Flácidas
Oscuras
Insípidas
Nauseabundas
Lo cierto es que la
injusticia zarpó
Contra los cuerpos
Hay lágrimas
regadas
Aullidos
incontrolables,
De madres,
hermanas, amigas, esposas, forasteros
Hijos que van
perdiendo la sonrisa del padre
Padres que van
perdiendo la sonrisa del hijo
Todo en enorme
mueca
Una estocada al
centro
Aunque relinche el
mundo