Ando a merced
del destino
Suplicando que nunca se me acabe
Que siga imperecedero y latente
Llenándome de miel y desatinos
Tu mi hombre inmaculado
Serpiente y a la vez mi lobo
Aullando incansable en mis sentidos
Arrastrándote en busca de mí aliento
Para después caer de bruces
Y lamer mi realidad buitre y lagarto
En qué lugar anclaste tu barcaza
Dónde mi timonel
Mis frenos
Que voy surcando a la deriva
Estas ganas de ti
Que no se acaban.