Pobre Tomás
Adela Soto Álvarez
Tomás es un mulo pinareño que después de desafiar los malos caminos, el fango y la pesada carga que le imponía su arriero en Tierra Gorda, uno de los más intrincados lugares de la provincia de Pinar del Río, fue trasladado a la ciudad con el fin de ponerlo a disposición de un coche de tracción animal.
Fue la decisión de su dueño ante la caótica situación del transporte público, lo que además le permitiría obtener recursos con los cuales satisfacer sus apremios económicos.
A Tomás lo he visto transportar desde el hospital Abel Santamaría hasta la terminal de ómnibus interprovincial, la astronómica cifra de 16 pasajeros de diferentes talla y peso, con sus respectivos equipajes, y en un coche con capacidad para diez personas a lo sumo.
La verdad es que a su dueño debían sustituirle el coche por un ³biciexpreso² para que demostrara con sus propias piernas y su malnutrición la valentía que refleja en su rostro a expensas del indefenso animal que corcovea, resbala, o incluso se niega a caminar ante la desmesura del esfuerzo a que le obligan.
Pobre Tomás, a rastras con una carga con la que no puede y ante la que cede finalmente por el látigo y los insultos, a pesar de que probablemente no ha podido tomar un sorbo de agua fresca o un bocado de yerba.
Este pobre animal, con melena recortada y cola deshecha, ayuda día a día a aliviar la pésima situación del transporte en la ciudad, sobre todo a la hora en que la cosa se pone caliente, al tiempo que ofrece un extraordinario aporte al bolsillo de su amo abusador.
Con perdón del que hace las leyes, yo le añadiría una página al Código penal que sancionara con severidad el abuso de los animales, tanto o más que al hurto o sacrificio de ganado mayor.
Si Tomás es obligado a continuar con ese ritmo de trabajo por más de doce horas de trabajo diario, no le pronostico ni un año más de vida.
Además de que afectaría al transporte público, incluso para trasladar enfermos al hospital sustituyendo a las inexistentes ambulancias.
Nada, que en una sociedad con tantas penurias y en las que existen demasiadas leyes para prohibirlo casi todo, alguna ley debiera haber para proteger a los animales. La deshumanización consecuencia de la miseria va siendo cada vez más un rasgo de nuestra sociedad.