La sala a oscuras recubierta con un
raudal de espejos
Sombras y vientos cruzan sonoros
Mientras yo me acurruco desvalida
Al montón de recuerdos que dejaste
Quien nos hubiera dicho que todo acabaría
Dulzura y dedicación
Pasión y sobresaltos
Fueran solo el fantasma
De mis noches indómitas
Ni siquiera el susurro de tu voz
Me hace menos triste
Un saludo quizás
Lanzado del oriente
O desde aquella clave de ruidos y
sirenas
Que inventamos los dos
Para llamarnos
Los recuerdos penetran
Como dagas punzantes
Y siento como sangran las heridas
Que jamás elegimos
Sin embargo me ofertas
Un olvido imprevisto
Condenándome a verte cadáver en la
memoria
Y ya vez
Sigo anhelando el roce de una estrella
Que me devuelva tu boca inolvidable
Que tu sonrisa sonora
Envuelva de estridencia
Mi aturdido esqueleto
Y juntos de la mano volvamos al jardín
Donde crecen los álamos
Para que bajo de ellos
Me hagas el milagro
De convertirte en cuerpo.