PLAYA CAYO LEVISA -CUBA
SUEÑOS TRUNCOS
POR: Lic ADELA SOTO ALVAREZ
Esta semana recibí una carta de mi amiga Cary donde me cuenta tantas penurias que en vez de sentir alegría al leerla estuve muchas horas sintiéndome muy mal.
Es dificil poder entender, por eso una se llena de ira primero y después de impotencia cuando ve que en Cuba todo permanece igual o peor y no acaba de amanecer en un país cada vez más cautivo.
Entre las situaciones desastrozas económicas y políticas en que se encuentra su familia, me refirió un incidente que terminó de hacerme sentir peor, y no fue otra cosa que lo sucedido en estos días a su nieta Glendys cuando fue a cumplir los quince años.
Ella con la ayuda de su hija Noelia se habían pasado más de 13 años reuniendo en una alcancía cuánta peseta rapiñaban de la miseria que ganan mensualmente, porque la jovencita había soñado ir ese día tan importante para ella a la Playa "Cayo Levisa" porque su amiguita Rosdelys le habló de lo blanca de sus arenas y lo bien que la pasaron allí en una de sus vacaciones. También le había enseñado revistas para el turismo, que obtuvo a través de un amigo de "papá" y otras postales que guardaba de recuerdo, avivando el interés de la incauta jovencita.
Pero Rosdelys no le dijo que su padre era "pincho" del gobierno de los Castro, y que suerte a la pandilla con que trabaja resolvió, después de halar no se sabe cuántas levas para que le permitieran visitar el lugar con derechos de turísta.
Como es natural Glendys desconocía de las realidades por su corta edad, y para no complicarla en asuntos de política sus padres nunca le contaron lo que vive el pueblo de Cuba, y de las limitaciones que sufre, y dejaron que por su bien , siguiera metida en un mundo de falsas ideologías, hasta que por si sola se percatara de las mismas, y así sucedió al chocar de frente con la realidad y en carne propia.
Dice mi amiga que todos los días le relataba sus sueños, incluso quería que sus fotos fueran en ese lugar, y para ello estaba buscando entre las amistades alguien que le prestara una cámara, y así evitar el gasto en la fotografía
Y es lógico que soñara con tan hermoso lugar, pues quienes lo han visitado, y disfrutado, saben que es maravilloso, además uno de los más bellos y cristalinos de Cuba, a dos kilómetros de la costa de la occidental provincia de Pinar del Río,y al suroeste de Cayo Hueso (Florida), islote de 2.5 km2 , destino preferido de turistas europeos, sobre todo alemanes e italianos.
Sus arenas son muy blancas y finas, podría decirse que como la espuma,por lo que quienes sepan de la existencia de este cayo y les cuenten de su hermosura no digo yo si sueña con visitarlo algún día.
Pues nada mi amiga me comentó en su carta que cuando llegó el ansiado día, rompieron la alcancía donde solamente habían mil pesos en moneda nacional.
Y así fue, Emeregildo un jubilado que tiene todos los hijos en Suecia se los compró con unos dólares que tenía ahorrado de las remesas que le envían, y por suerte en esos días habia permutado para una vivienda más amplia y le faltaban esos mueblecitos para terminar de complacer a su nueva esposa.
Es decir que todo se facilitó a mi amiga Cary para poder hacer realidad los sueños de su nieta Glendys.
Sin mucho pensar y con una suma para ellas considerable en mano, Cary y su hija se dispusieron a hacer la solicitud en una de las agencias del turísmo de la calle Martí en la provincia pinareña, y darle la sorpresa a Glendys con la reservación en mano.
Se levantaron de madrugada, y aun así alcanzaron el número 39 en la lista de espera a la apertura del local.
Dice que allí habían muchas parejas esperando para sacar sus reservaciones de matrimonio, y otros para el campismo, pero no preguntó, ocupó el lugar que le correspondía y espero con el corazón lleno de esperanzas.
Cuando abrieron las puertas del lugar y en medio de una empujadera increíble, dice que alcanzó bajar el número de la lista y llegó sin saber cómo al 12, cuestión que la llenó de muchas más esperanzas.
Al llegar ante la empleada del turísmo sacó su libreta de racionamiento, y el papel de OFICODA para confirmar la fecha del cumpleaños de Glendys y procedió a solicitar la reservación para Cayo Levisa.
Me comentó con detalles que la empleada las miró de cabezas a pie, y le preguntó qué de dónde eran ellas.
Cary dice que no supo que contestarle porque no compredió la pregunta, pero su hija le salió al paso y sin mucho rodeo le gritó que de !CUBA!, provocando una sonrisa de oreja a oreja que paralizó a las dos mujeres, y a varios trabajadores cercanos al buró.
Los de la cola las miraron también sin entender, hasta que la misma empleada casí que en al oído para no ser amonestada por sus superiores, les preguntó qué sí ellas no conocían que desde que comenzó el desarrollo del turismo internacional en 1993, con el objetivo de recaudar divisas para encarar la crisis económica tras la caída del bloque socialista, los hoteles comenzaron a funcionar en divisas para los extranjeros por lo que ellas no podían hacer una reservación para ese lugar en moneda nacional.
Como es de imaginarse entre cubanos, los comentarios y las protestas comenzaron a sentirse, pero aun así la hija de mi amiga quizó rebatir el asunto, por aquello qué escuchó y creyó en meses anteriores, más menos por el mes de marzo, cuando el sucesor del mantadario dijo haber autorizado a los cubanos a hospedarse en los hoteles de la isla, y qué sí ella no estaba equivocada era cubana, y tenía derecho a solicitar una reservación para un cayo de su país.
Dice Cary que las carcajadas llovian, ante la ira de su hija y la desolación y humillación de ella.
En medio del fandango se escuchó una voz que salíó de una de las oficina cercana al buró de reservaciones, afirmando, que sí tenían derecho, pero pagando iguales tarifas que los extranjeros en divisas, y que eran bastante altas.
Ante estas palabras un hálito de luz iluminó el corazón de las dolientes, y sin pensarlo dos veces fueron a la Cadeca a ver si cambiando el dinero que tenían lograban el sueño de la quinceañera.
Después de varias horas esperando realizar el canje por el tumulto que había, más el acoso de los "buquenques" que hacen los cambios por fuera, muchas veces con dinero falso, lograron realizar el mismo.
Tenían en total 100 dólares de la venta del juego de sala y comedor, y mil pesos en moneda nacional.
De los cien dólares le cambiaron solamente ochenta porque veinte fueron decomisados según la ley. Ese día la divisa cubana estaba a 27 pesos moneda nacional. Es decir con mil pesos cubanos pudieron comprar 370 chavos, más ochenta eran 450 pesos convertibles (CSUC).
Llenas de alegría regresaron a la agencia del turísmo a sacar su reservación para Cayo Levisa, y allí se presentó el otro problema.
La empleada ya con cara de malos amigos, y sin levantar la mirada del talonario donde escribía, les dijo tajantemente que Cayo Levisa contaba con un complejo de 35 habitaciones rústicas de alto estándar, pero en ese momento y a causa de los embates de los ciclones, solamente funcionaban 19 y estaban todas reservadas por turistas europeos.
La única opción para ellas era tal vez el Hotel Pinar del Río, que tenía piscina y en esos momentos tenía habitaciones disponibles.
Dice mi amiga que a ella se le subió la presión, el azúcar, y casi le da un síncope cardíaco.
Gritó muchas verdades, entre ellas mencionó a todo pulmón la palabra "Derechos Humanos" y en un dos por tres dos polícias hicieron acto de presencia en el lugar, y la amenazaron, con que sino se callaba y se marchaba de allí urgentemente iba a ser conducida por escándalo público, y quién sabe por cuántas cosas más.
El caso fue que Glendys no pudo cumplir sus sueños adolescente a pesar de tantos años ahorrando la míseria, y tuvo que conformarse con unos refrescos y un kake, porque lo recopilado después del cambio a moneda convertible, se le fue en eso, más el alquiler de un bafle para oír un poco de música estridente, con los amiguitos del barrio, comprarse unos zapatos de mala muerte y una muda de ropa en las tiendas de la divisa.
Y eso después de más de tres días de convencimiento porque no quería levantarse de la cama de la frustración por las ilusiones pérdidas.
Dice mi amiga que a las conclusiones que llegó fueron muy tristes y díficiles de asimilar, porque el único sueño de su nieta era pasar su cumpleaños como dios manda en ese cayo cubano, que tanto había visto en revistas para el turísmo.
SUEÑOS TRUNCOS
POR: Lic ADELA SOTO ALVAREZ
Esta semana recibí una carta de mi amiga Cary donde me cuenta tantas penurias que en vez de sentir alegría al leerla estuve muchas horas sintiéndome muy mal.
Es dificil poder entender, por eso una se llena de ira primero y después de impotencia cuando ve que en Cuba todo permanece igual o peor y no acaba de amanecer en un país cada vez más cautivo.
Entre las situaciones desastrozas económicas y políticas en que se encuentra su familia, me refirió un incidente que terminó de hacerme sentir peor, y no fue otra cosa que lo sucedido en estos días a su nieta Glendys cuando fue a cumplir los quince años.
Ella con la ayuda de su hija Noelia se habían pasado más de 13 años reuniendo en una alcancía cuánta peseta rapiñaban de la miseria que ganan mensualmente, porque la jovencita había soñado ir ese día tan importante para ella a la Playa "Cayo Levisa" porque su amiguita Rosdelys le habló de lo blanca de sus arenas y lo bien que la pasaron allí en una de sus vacaciones. También le había enseñado revistas para el turismo, que obtuvo a través de un amigo de "papá" y otras postales que guardaba de recuerdo, avivando el interés de la incauta jovencita.
Pero Rosdelys no le dijo que su padre era "pincho" del gobierno de los Castro, y que suerte a la pandilla con que trabaja resolvió, después de halar no se sabe cuántas levas para que le permitieran visitar el lugar con derechos de turísta.
Como es natural Glendys desconocía de las realidades por su corta edad, y para no complicarla en asuntos de política sus padres nunca le contaron lo que vive el pueblo de Cuba, y de las limitaciones que sufre, y dejaron que por su bien , siguiera metida en un mundo de falsas ideologías, hasta que por si sola se percatara de las mismas, y así sucedió al chocar de frente con la realidad y en carne propia.
Dice mi amiga que todos los días le relataba sus sueños, incluso quería que sus fotos fueran en ese lugar, y para ello estaba buscando entre las amistades alguien que le prestara una cámara, y así evitar el gasto en la fotografía
Sin dejar de hablar de su preciado sueño, se lo hizo saber a sus compañeritas de Secundaria Básica y a cuánta amiguita tiene en la barriada donde reside en la provincia occidental de Pinar del Río, haciéndose planes, y creyendo serían todos cumplidos en breve tiempo.
Y es lógico que soñara con tan hermoso lugar, pues quienes lo han visitado, y disfrutado, saben que es maravilloso, además uno de los más bellos y cristalinos de Cuba, a dos kilómetros de la costa de la occidental provincia de Pinar del Río,y al suroeste de Cayo Hueso (Florida), islote de 2.5 km2 , destino preferido de turistas europeos, sobre todo alemanes e italianos.
Una playa que cumple las expectativas de placer de cualquier ser humano, que desee sentirse bien y a gusto con la naturaleza y el amplio mar.
Sus arenas son muy blancas y finas, podría decirse que como la espuma,por lo que quienes sepan de la existencia de este cayo y les cuenten de su hermosura no digo yo si sueña con visitarlo algún día.
Es un "Paraíso ecoturístico" algo de admriar y disfrutar, pero desgraciadamente y por el totalitarismo y la represión generalizada que hay en Cuba ,se encuentra vetado para los cubanos de a pie.
Pues nada mi amiga me comentó en su carta que cuando llegó el ansiado día, rompieron la alcancía donde solamente habían mil pesos en moneda nacional.
No se defraudó con la cifra, porque pensó inmediatamente en vender el juego de sala y comedor que le regaló Maria Luisa y Pepe, unos vecinos que emigraron a Miami , y como eran de madera pura, alguien les daría un buen dinerito por ellos.
Y así fue, Emeregildo un jubilado que tiene todos los hijos en Suecia se los compró con unos dólares que tenía ahorrado de las remesas que le envían, y por suerte en esos días habia permutado para una vivienda más amplia y le faltaban esos mueblecitos para terminar de complacer a su nueva esposa.
Es decir que todo se facilitó a mi amiga Cary para poder hacer realidad los sueños de su nieta Glendys.
Sin mucho pensar y con una suma para ellas considerable en mano, Cary y su hija se dispusieron a hacer la solicitud en una de las agencias del turísmo de la calle Martí en la provincia pinareña, y darle la sorpresa a Glendys con la reservación en mano.
Se levantaron de madrugada, y aun así alcanzaron el número 39 en la lista de espera a la apertura del local.
Dice que allí habían muchas parejas esperando para sacar sus reservaciones de matrimonio, y otros para el campismo, pero no preguntó, ocupó el lugar que le correspondía y espero con el corazón lleno de esperanzas.
Cuando abrieron las puertas del lugar y en medio de una empujadera increíble, dice que alcanzó bajar el número de la lista y llegó sin saber cómo al 12, cuestión que la llenó de muchas más esperanzas.
Al llegar ante la empleada del turísmo sacó su libreta de racionamiento, y el papel de OFICODA para confirmar la fecha del cumpleaños de Glendys y procedió a solicitar la reservación para Cayo Levisa.
Me comentó con detalles que la empleada las miró de cabezas a pie, y le preguntó qué de dónde eran ellas.
Cary dice que no supo que contestarle porque no compredió la pregunta, pero su hija le salió al paso y sin mucho rodeo le gritó que de !CUBA!, provocando una sonrisa de oreja a oreja que paralizó a las dos mujeres, y a varios trabajadores cercanos al buró.
Los de la cola las miraron también sin entender, hasta que la misma empleada casí que en al oído para no ser amonestada por sus superiores, les preguntó qué sí ellas no conocían que desde que comenzó el desarrollo del turismo internacional en 1993, con el objetivo de recaudar divisas para encarar la crisis económica tras la caída del bloque socialista, los hoteles comenzaron a funcionar en divisas para los extranjeros por lo que ellas no podían hacer una reservación para ese lugar en moneda nacional.
Como es de imaginarse entre cubanos, los comentarios y las protestas comenzaron a sentirse, pero aun así la hija de mi amiga quizó rebatir el asunto, por aquello qué escuchó y creyó en meses anteriores, más menos por el mes de marzo, cuando el sucesor del mantadario dijo haber autorizado a los cubanos a hospedarse en los hoteles de la isla, y qué sí ella no estaba equivocada era cubana, y tenía derecho a solicitar una reservación para un cayo de su país.
Dice Cary que las carcajadas llovian, ante la ira de su hija y la desolación y humillación de ella.
En medio del fandango se escuchó una voz que salíó de una de las oficina cercana al buró de reservaciones, afirmando, que sí tenían derecho, pero pagando iguales tarifas que los extranjeros en divisas, y que eran bastante altas.
Ante estas palabras un hálito de luz iluminó el corazón de las dolientes, y sin pensarlo dos veces fueron a la Cadeca a ver si cambiando el dinero que tenían lograban el sueño de la quinceañera.
Después de varias horas esperando realizar el canje por el tumulto que había, más el acoso de los "buquenques" que hacen los cambios por fuera, muchas veces con dinero falso, lograron realizar el mismo.
Tenían en total 100 dólares de la venta del juego de sala y comedor, y mil pesos en moneda nacional.
De los cien dólares le cambiaron solamente ochenta porque veinte fueron decomisados según la ley. Ese día la divisa cubana estaba a 27 pesos moneda nacional. Es decir con mil pesos cubanos pudieron comprar 370 chavos, más ochenta eran 450 pesos convertibles (CSUC).
Llenas de alegría regresaron a la agencia del turísmo a sacar su reservación para Cayo Levisa, y allí se presentó el otro problema.
La empleada ya con cara de malos amigos, y sin levantar la mirada del talonario donde escribía, les dijo tajantemente que Cayo Levisa contaba con un complejo de 35 habitaciones rústicas de alto estándar, pero en ese momento y a causa de los embates de los ciclones, solamente funcionaban 19 y estaban todas reservadas por turistas europeos.
La única opción para ellas era tal vez el Hotel Pinar del Río, que tenía piscina y en esos momentos tenía habitaciones disponibles.
Dice mi amiga que a ella se le subió la presión, el azúcar, y casi le da un síncope cardíaco.
Su hija formó un escándalo ante la falta de respeto de ofertarle para los quince de su hijita un hotel lleno de suciedades por la falta de mantenimiento, y donde casi nunca la piscina tiene agua, entre otras violaciones administrativas, además Glendys soñaba con pasar su cumpleaños en Cayo Levisa, y no era justo que no pudiera cumplirle sus sueños quinceañeros después de tantos sacrificios.
Gritó muchas verdades, entre ellas mencionó a todo pulmón la palabra "Derechos Humanos" y en un dos por tres dos polícias hicieron acto de presencia en el lugar, y la amenazaron, con que sino se callaba y se marchaba de allí urgentemente iba a ser conducida por escándalo público, y quién sabe por cuántas cosas más.
El caso fue que Glendys no pudo cumplir sus sueños adolescente a pesar de tantos años ahorrando la míseria, y tuvo que conformarse con unos refrescos y un kake, porque lo recopilado después del cambio a moneda convertible, se le fue en eso, más el alquiler de un bafle para oír un poco de música estridente, con los amiguitos del barrio, comprarse unos zapatos de mala muerte y una muda de ropa en las tiendas de la divisa.
Y eso después de más de tres días de convencimiento porque no quería levantarse de la cama de la frustración por las ilusiones pérdidas.
Dice mi amiga que a las conclusiones que llegó fueron muy tristes y díficiles de asimilar, porque el único sueño de su nieta era pasar su cumpleaños como dios manda en ese cayo cubano, que tanto había visto en revistas para el turísmo.
Que sufrió mucho viéndola llorar sobre la cama día y noche, pero qué podía hacer ella con 65 años, sin voz ni voto, que continuar viviendo sin derechos en su propia patria hasta que Dios pusiera su mano, y derribara tanta opresión y dictadura social destruyendo a cuánta generación pasa por sus garras.