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Friday, July 31, 2009

ARTICULO "LA MENDICIDAD EN CUBA"


Por Adela Soto Alvarez

El régimen comunista ha lacerado en toda la extensión de la palabra, los factores socio-económicos y político, que unido al alto costo de la vida, han propiciado que en la isla exista una imagen precaria de aquellos hombres y mujeres que en su momento lo dieron todo, y ahora malviven en la peor de las inclemencias.

Por eso nos abismamos al ver ciertas cosas que no solamente nos lastiman, sino que son inconcebibles en un país donde se promociona la igualdad y donde se dice que la vejez esta asegurada.

Tan sólo caminar por algunas cuadras del casco turístico de la Habana Vieja, comenzamos a tropezar con estos ancianos convertidos en mendigos, ante la situación tan deplorable que enfrentan, Unos porque llegaron a la vejez sin un futuro asegurado, y otros porque simplemente no tienen los suficientes medios para resolver la hambruna que circula a lo largo y ancho de sus vidas.

Lo mismo en el Parque de la Fraternidad, que el Bulevar de la calle Obispo, o en la zona de la Catedral por mencionar algunos lugares de afluencia de mendigos.
Los puedes encontrar, lo mismo vendiendo los cigarrillos de la cuota normada al menudeo, que el azúcar o el café, para poder compensar la mísera chequera que reciben de la seguridad social, o simplemente porque nunca tuvieron esos beneficios por diferentes causas. Lo mismo porque a pesar de haber laborado durante más de 30 años el expediente acumulativo se perdió en el órgano del trabajo, o porque la administración no tramitó en tiempo sus derechos.

También existen ejemplos como los trabajadores de la cultura que trabajaban por contratos, y al llegar a la vejez no los contrataron más y tuvieron que resignarse con hacer de bufones en la vía pública o vender algo por cuenta propia para poder sobrevivir.

De estos casos existen muchos, pero para poner uno muy visible en la zona de la Catedral, voy a referirme a Juana Bacallao, quien fuera gloria de Cuba, y hoy realiza trabajos de bufón con más de ochenta años en su esqueleto, por un plato de comida, un trago de ron, o algún dólar que el buen samaritano que disfrute por sus bufonadas le deje caer al terminar la función, que ella ameniza vestida a la moda sobre zapatos de altos tacones, pelucas, su inseparable tabaco y moviendo su prominente nalgatorio, a la vez que entona algún estribillo popular con el objetivo de hacer reír a la concurrencia. Cuando debía estar descansando sus aguerridos huesos en un hogar confortable y con la vida asegurada.

Como ella existen otros que sobreviven de bufonada en bufonada, o vendiendo baratijas por unos míseros centavos, y huyendo del acoso policial.
Otros se dedican a hurgar en los basureros de las zonas turísticas o de las privilegiadas de la nomenclatura gubernamental.
Lo mismo en busca de vestimenta, algo de comer, o simplemente recogiendo latas vacías, botellas, cartón, o algún objeto que les sirva para después venderlos por unos centavos en las tiendas de la Empresa de Materias Primas.

La mayoría de estos “ancianos mendigos”, duermen a la intemperie, unos en los bancos del Parque de la Fraternidad, o en cualquier rincón donde puedan depositar sus harapos y tirar sus huesos al llegar la noche.

El régimen cubano conoce de estas cosas, pero no ha mostrado preocupación en solucionar este problema social que cada día gana en intensidad pica y se extiende. Lo que ha hecho como medida de solución es dictar leyes para prohibir la mendicidad y sancionarlos con toda la severidad de la ley.

Muchos han ido a prisión por delitos de acaparamiento, ventas ilícitas, peligrosidad, acoso a extranjeros y otros.

No hace mucho supe del caso de Facundo Pérez un anciano de 89 años residente en el reparto Juanelo, que recogía latas de aluminio en los basureros de la ciudad.

Facundo dijo que fue sancionado a tres meses de privación de libertad por acaparamiento y peligrosidad, porque en su choza le encontraron mil latas vacías de refresco, que recogió en las zonas de los restaurantes para turistas, pero como el aluminio pesa poco, tenía que reunir muchas más para poder al venderlas recibir una suma favorable.

Otro caso fue el de Luis de la Cruz de 77 años, jubilado de ómnibus urbanos, con una chequera mensual de 200 pesos en moneda nacional, que necesitaba un frasco de bálsamo ruso para la úlcera de su esposa Conchita, la cual esta invalida a causa de una accidente automovilístico, pero no recibe pensión por haber sido siempre ama de casa.

Dijo Luis que ante la falta de divisas, se fue a pedir limosna a la entrada de los hoteles cinco estrellas, pensando que allí al visitar más turistas tendría mejor suerte con la recogida y poderle comprar el frasco de bálsamo a su esposa, pues solamente este medicamento se puede adquirir en las farmacias de venta en moneda dura.

Comentó que fue acusado de peligrosidad y acoso a turistas, porque desesperado al llegar la noche del 22 de mayo y después de más de tres días de limosnear sin recaudar lo que necesitaba, suplicó a varios turistas extranjeros, que no le dieron nada, solamente lo evadieron de mala forma, acto que vio uno de los policías de custodio y sin averiguar se lo llevó detenido para la Jefatura de la Policía.

Allí, sin indagar su situación, ni las causas, lo denunció de acoso a turistas, y tuvo que cumplir seis meses de privación de libertad, y no pudo nunca comprar el frasco de bálsamo ruso para su esposa.

El drama humano de estos ancianos extendiendo la mano a transeúntes y turistas, implorando la caridad, escarbando en la basura, haciendo de bufones, y durmiendo en la vía pública marca profundas huellas en el presente y el futuro de Cuba, así como en la opinión de los visitantes extranjeros y por qué no dentro de los propios cubanos que sentimos ante estos actos lastima e indignación.

Por eso la mayoría de los turistas que visitan este lugar regresan a sus países con diferentes opiniones detractoras sobre el cubano de a pie, sin percatarse qué la situación económica y social es tan deprimente y desoladora que los obliga a mostrar estas posturas para “hacer el día o resolver un problema de vida o muerte” como muchos dicen.

Increíblemente la situación de la tercera edad tanto en asilos, como en la vía pública es algo que lacera profundamente el sentimiento humano, pero desgraciadamente pasa inadvertida ante los dueños del poder que tratan de ocultarla, no la difunden, y la disfrazan con esa fuerza descomunal de hipocresía que los caracteriza en los eslogan y los titulares, que publican, y donde no dejan de ratificar al Mundo .
“La revolución cubana es para todos y para el bien de todos”…que adversidad verdad.