Aferrada
a la poca luz que va quedando
Paso
las horas entre evocaciones milagrosas
Y
palabras lanzadas como piedras
Amistades
Secas
a pesar del regadío
Casi
todas prendidas con alfileres
Al
igual que la cuna más cercana
Por
eso
No
aspiro nada más
La a vida no perdona
Ni
a aquellos que lo damos todo
Soñé
con un pedazo propio
Con
rosas de colores infinitos
Que
regaran sus pétalos al azar
No
con aguijones
Repletos
de ese mal que contamina
En
una metrópoli de paz y mandamientos
Convertida
En
baño de sangre
Persecuciones,
gritos
Chicos
desprotegidos
Y
la maldad con las fauces en celo
Mientras
los poderosos
Convierten
sus errores
En
aplauso