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Wednesday, September 06, 2006

FE CUBANA


SOBRE LAS AGUAS DE LA BAHIA DE NIPE
(La Patrona de Cuba)

Por: Lic. Adela Soto Álvarez



NO HAY PATRIA SIN LA CARIDAD DEL COBRE”
Jorge Mañach



Cuenta la leyenda que en Cuba a principios del siglo 16 y en la antigua provincia de Oriente, la que se alza majestuosa dentro de un gran monte rocoso, vivían dos hermanos indios naturales, llamados Juan y Rodrigo Hoyos, los que junto a un negrito esclavo conocido por Juan Moreno, les gustaba ranchar en las aguas de la Bahía de Nipe
Este día los tres jovencitos se encontraban en Cayo Francés en medio de la Bahía, afanados en la búsqueda de sal, cuando los tropezó un mal tiempo en medio del ancho mar, navegando en una frágil canoa y a escondidas de los mayores.
Ante las inclemencias de la Madre Natura, y los fuertes vientos que tambaleaban la barcaza sobre las bravías olas, no les quedó otra opción que guarecerse en uno de los bohíos valentíerros, que en esa época aparecían en cualquier orilla, por eso pensaron inteligentemente pasar la noche allí hasta que por lo menos cesaran las fuertes lluvias y después continuar con la faena.
Al poco rato de estar en el bohío sintieron una asombrosa y repentina calma. La tormenta había cesado, por lo que los tres decidieron continuar viaje hacia las salinas, y en pocos segundos comenzaron la travesía sobre una increíble mar en calma, como si nunca antes hubiese pasado por allí tal borrasca.
Cuando más entusiasmados estaban remando en busca del punto salinero, vieron que sobre la quietud de las aguas había una luz intensa. Se detuvieron ante el esplendor, y cual no fue su sorpresa cuando descubrieron flotando sobre las aguas a la hermosa figura de la Santísima madre, que con el niño Jesús en brazos los estaba protegiendo de cualquier inclemencia.
Indudablemente era un descubrimiento divino, pues bajo los pies de la santa un letrero daba fe de que era la Virgen. Es decir estaban frente a la Caridad del Cobre, madre de todos los cubanos.
A partir de este momento los tres viajeros fueron conocidos como los “Tres Juanes”, y esta gloriosa experiencia quedó para siempre en el alma nacional cubana, como inagotable reserva de fe, tanto en las horas creadoras de la paz y la verdad, como en las horas desgarradoras de la adversidad y el fracaso.
Al paso de los años este hallazgo de los Tres Juanes en la Bahía de Nipe, fue instalado en el Santuario del Cobre el día 8 de septiembre del 1927, después de haber sido testimoniado por Juan Moreno el popularmente llamado “Negrito del bote de la Caridad del Cobre” quien ya octogenario dio plena veracidad de los hechos ocurridos en declaración jurada como testigo ocular, frente al juez competente Beneficiado Juan Ortiz Montejo.
A partir de esta disposición, cada 8 de septiembre es dedicado a la Santísima Patrona de Cuba. Día que la evocamos como la Madre acogedora que no rechaza a ninguno de sus hijos, y a todos les atiende con el infinito amor que es capaz de vencer los infortunios.
Aunque su culto no puede limitarse solamente a ese día, porque en verdad es de todos los días, como corresponde a un pueblo que no ha dejado ni dejará de amar a su Patrona.
Y prueba de ello lo fue cuando en 1960 la fe se vio sombreada por el ateismo, y muchos olvidaron la creencia para correr tras los cantos del Marxismo Leninismo, y siguió prevaleciendo en la mayoría la fe en ella, como una roca de voluntad humana firme, porque lo que es construido sobre el amor y la concordia nada ni nadie puede extinguirlo.
La Virgen de la Caridad preside desde su Santuario en el Cobre, su hermoso cometido de amor, necesario para todas las generaciones de cubanos como un legado de su eterno mensaje.
El culto a ella une a todos los cubanos y los hace sentir como hermanos, aunque las luchas de los hombres conspiren contra esa militancia de fe que inspira.
En el glorioso paso de la gesta emancipadora contra la dominación española de la Isla de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre reinó en el corazón de los soldados libertadores y en el de los grandes hombres que llevaron adelante la causa de la independencia y forjan una nueva patria sin cadenas.
La Virgen de la Caridad del Cobre es la victoriosa reina que acompaña al cubano a toda hora como una perenne centinela de su felicidad.
José Martí nuestro apóstol, que vivió la mayor parte de su breve existencia fuera de Cuba, la llevó siempre en su corazón de forjador de la libertad.
Esto explica que un día estando en México, al visitar un lugar donde había una imagen de la patrona de aquel país, escribió las siguientes palabras-
“Haber sido guiado hasta aquel lugar donde la Virgen Morena de Guadalupe me recuerda a la Virgen de la Caridad del Cobre, señora allá en mi Oriente”-.
Por eso es que no podemos hablar de Cuba y mucho menos de su historia sin mencionar a la Caridad del Cobre, Patrona, madre de todos los cubanos y cumbre eterna en el mundo.
El pueblo cubano durante muchas generaciones le ha rendido homenaje y devoción por su luminosa presencia, la que señala el camino hacia diversos destinos humanos.
Muy pocas veces en la historia de un pueblo su Patrona ejerce tan ferviente apostolado como el de la Virgen de la Caridad del Cobre.
Virgen y nación se complementan entrañablemente, compartiendo el mismo destino, alentado un similar ideal de bondad, capaz de elevar al ser humano a los más altos niveles de la dignidad, sin la cual la vida pierde su más noble sentido.
Los pueblos para lograr sus destinos necesitan de la fuerza suprema de la fe, y de ahí que se abracen a ella con el amor puro, desinteresado y ejemplar de la esperanza.
Cuba y la Caridad del Cobre son la misma imagen. Hoy, mañana y siempre, representaran a un pueblo cuya vocación de libertad no ha podido ser silenciada por los opresores.


HIMNO A LA CARIDAD DEL COBRE

Autor: Presbítero. Juan J Roberes.

Salve, salve, delicia del cielo
Virgen pura, suprema beldad
Salve, excelsa patrona de Cuba
Madre hermosa de la caridad
Si de Cuba, en las bellas comarcas
Exigiste Señora un altar
Para hacerla mansión de prodigios
Y a tus hijos de dicha colmar
No abandones, ¡Oh Madre a tu pueblo!
Salva a Cuba de llanto y afán
Y tu nombre será nuestro escudo
Y nuestro amparo tus gracias serán