Su voz penetra mis rincones más exactos
Y lo conformo coherente
Sin percatarme de lo fugaz del surrealismo
Lo amo sin distinguir mi piel deshecha
Ni mis laberintos metidos en salmuera
Ni siquiera mi boca como queja
Cuando la noche se me acaba
Y sigo en medio de mi hastió
Esperando la nueva turbulencia
De esa palabra impronunciable
Que sale de la luz y rompe los espasmos
Cuando lo descubrí
Encontré un poro que respira
Y el corazón abierto
A un volcán de instintos
Y amapolas
Yo amo a un hombre de papel y voz
De mensajes construidos
En un desespero voluptuoso
A pesar de los golpes
Y las respuestas atroces del espejo
A veces siento que el me ama
Y me arrullo a la imaginación’
Como un pajarillo desvalido
Hasta que descubro mi cuerpo helado
Sobre un marasmo de realidades sórdidas
Yo amo a un hombre que habita en mis neuronas
Erguido,
Varonil,
E indomable
Con manos de seda
Y acceso ardiente
Que se desliza sereno y grave
Sobre las ansias de mis psicosis más profundas
Y lo siento ahí
Abierto,
Sin fronteras
Amándome de norte a sur
De este a oeste
Con pupilas preñadas de nuevos sortilegios
Mientras la vida pasa
Y mis años pasan
Y la espera se hace larga
Indefinida
Hiriente
Yo amo a un hombre impreciso
Con verdes ojos, azules, ámbar, negros o confusos
Que anida en mis poemas imperfectos
En mis fábulas eróticas y hambrientas
Yo amo a un hombre, casi fantasma
Casi marciano,
Casi viento
Casi mágico
En medio de una soledad inmensa y grave