Yo fui la poetisa de los parques
Siempre asustada ante el vaivén del viento
Lloraba bajo los tinglados de las hojas
Y hablaba a hurtadillas con las flores
Después regresaba repleta de cansancio
Huyendo del látigo del verdugo.
En mi ausencia y entre bancos y limosnas
Recordaba los fuegos del quirófano
El dolor de la nuca
A mis hijos lejanos
Hasta que el insomnio retiraba sus alas
Ya no confiaba en nadie
Ni siquiera en los puntos cardinales
Donde mis amigos guardan sus miserables sueños
Así aprendí a amar el desafío
El placer de ser otra y no yo misma
A salir y regresar desenfrenada
Hasta morir día a día en el mismo recodo
Yo fui la poetisa de los parques
El grito, el antifaz, el mito, la agonía
Dos en una
O tal vez no era nadie
Sólo el inmenso corazón latiendo
Dónde está la qué nació conmigo
En qué cruce del camino la sorprendió el silencio
Fue mujer
O un enigma
O el fantasma que escribe este poema