"La Muerte en los corredores"
Cuando leemos este título, inmediatamente nos remitimos a cosas tremendas, increíbles, y malévolas, pero nadie se imagina que es el nombre que muchos cubanos le han dado a las diferentes salas de los hospitales después de la caída del Muro de Berlín.
Y todo esto se debe a las múltiples realidades que acontecen diariamente en estos centros destinados a la salud de los habitantes de este país, que pregona al mundo tener la mejor potencia medica que existe, y que en sus centros estudiantiles especializados en Ciencias Medicas, se forman anualmente un alto número de galenos dispuestos a cumplir con las leyes de Esculapio, Dios de la medicina.
Miles de historias pudieran contarse con material suficiente en ineficiencia, indolencia y falta de profesionalidad, pero en este caso voy a contar dos historias que me contó Maria Inées Pérez residente en la calle Libertad en Santos Suárez, pues las presenció y por tal puede dar fe de ellas.
Carmen Yánez la hija de su hermana, con a penas 22 años, llegó al hospital Hijas de Galicia en municipio 10 de Octubre, en la capital Habanera, con un fuerte dolor bajo vientre y fiebre muy alta. Cinco horas después salía en una caja de pino blanco, sin cristal y escopleada por la falta de puntillas.
Y todo esto se debe a las múltiples realidades que acontecen diariamente en estos centros destinados a la salud de los habitantes de este país, que pregona al mundo tener la mejor potencia medica que existe, y que en sus centros estudiantiles especializados en Ciencias Medicas, se forman anualmente un alto número de galenos dispuestos a cumplir con las leyes de Esculapio, Dios de la medicina.
Miles de historias pudieran contarse con material suficiente en ineficiencia, indolencia y falta de profesionalidad, pero en este caso voy a contar dos historias que me contó Maria Inées Pérez residente en la calle Libertad en Santos Suárez, pues las presenció y por tal puede dar fe de ellas.
Carmen Yánez la hija de su hermana, con a penas 22 años, llegó al hospital Hijas de Galicia en municipio 10 de Octubre, en la capital Habanera, con un fuerte dolor bajo vientre y fiebre muy alta. Cinco horas después salía en una caja de pino blanco, sin cristal y escopleada por la falta de puntillas.
Estabamos en pleno año 1995, terrible y en medio de una opción cero que terminaba con las esperanzas de cualquier persona por fuerte que fuera.
La historia tal vez parezca increíble, pero fue tan real como la cuento. Desde hacía un par de semanas la jovencita Carmen tenía todos los síntomas de un posible embarazo. Le faltaba la menstruación hacia 2 meses. Su alegría era tremenda con la idea de ser madre, y aunque estaban recién casados, y en una deficiente situación económica aceptaron la llegada del bebé con mucho gusto y amor.
Una mañana se despertó con algunas manchitas de sangre casi imperceptibles, que la desconsolaron un poco, después apareció un dolor soportable, pero continúo y comenzó a preocuparse, pero al ser primeriza desconocía si eran normales, por eso se dirigió a la madre, y esta la llevó ante el médico de la familia del Consultorio No. 27 en Santos Suárez. C. Habana.
Después de esperar un buen rato por la cantidad de pacientes, el galeno la examinó como pudo, pues en los consultorios médicos de la familia, no existen los medios necesarios para poder emitir diagnósticos, por lo que le dijo que todo indicaba una amenaza de aborto, que debía hacer reposo absoluto e indicándole unas tabletas acordes a esos casos.
La joven hizo religiosamente todo lo que el médico le recomendó, pero a los dos días, el dolor se agudizaba y el sangramiento comenzó a mostrarse también intenso.
Ante tal situación pidió de favor a su tía, para no preocupar a su mamá, que la acompañara al Policlínico, así lo hizo pero el médico que la atendió le indicó lo mismo que el de la familia.
Cinco días pasaron en agonía, con sangramiento y dolor intenso, entonces el esposo no quiso esperar más y la llevó al hospital Hijas de Galicia, donde la atendió un ginecólogo, y después de muchas investigaciones le diagnosticó un embarazo ectópico (extrauterino) y que debía ser intervenida inmediatamente.
Todo se preparó de urgencia pero cuando fueron a anestesiarla ya no tenía vida, una hemorragia interna se hizo dueña de su abdomen y falleció en la mesa de operaciones sin tiempo para ser operada.
La familia sin consuelo acudió a cuánta instancia pudo, hizo reclamaciones, acusaciones, y solamente recibió el consuelo de que iban a investigar el caso con la ética médica.
La historia tal vez parezca increíble, pero fue tan real como la cuento. Desde hacía un par de semanas la jovencita Carmen tenía todos los síntomas de un posible embarazo. Le faltaba la menstruación hacia 2 meses. Su alegría era tremenda con la idea de ser madre, y aunque estaban recién casados, y en una deficiente situación económica aceptaron la llegada del bebé con mucho gusto y amor.
Una mañana se despertó con algunas manchitas de sangre casi imperceptibles, que la desconsolaron un poco, después apareció un dolor soportable, pero continúo y comenzó a preocuparse, pero al ser primeriza desconocía si eran normales, por eso se dirigió a la madre, y esta la llevó ante el médico de la familia del Consultorio No. 27 en Santos Suárez. C. Habana.
Después de esperar un buen rato por la cantidad de pacientes, el galeno la examinó como pudo, pues en los consultorios médicos de la familia, no existen los medios necesarios para poder emitir diagnósticos, por lo que le dijo que todo indicaba una amenaza de aborto, que debía hacer reposo absoluto e indicándole unas tabletas acordes a esos casos.
La joven hizo religiosamente todo lo que el médico le recomendó, pero a los dos días, el dolor se agudizaba y el sangramiento comenzó a mostrarse también intenso.
Ante tal situación pidió de favor a su tía, para no preocupar a su mamá, que la acompañara al Policlínico, así lo hizo pero el médico que la atendió le indicó lo mismo que el de la familia.
Cinco días pasaron en agonía, con sangramiento y dolor intenso, entonces el esposo no quiso esperar más y la llevó al hospital Hijas de Galicia, donde la atendió un ginecólogo, y después de muchas investigaciones le diagnosticó un embarazo ectópico (extrauterino) y que debía ser intervenida inmediatamente.
Todo se preparó de urgencia pero cuando fueron a anestesiarla ya no tenía vida, una hemorragia interna se hizo dueña de su abdomen y falleció en la mesa de operaciones sin tiempo para ser operada.
La familia sin consuelo acudió a cuánta instancia pudo, hizo reclamaciones, acusaciones, y solamente recibió el consuelo de que iban a investigar el caso con la ética médica.
A los pocos días supieron que al médico que cometió la negligencia lo enviaron a cumplir con una misión internacionalista dejando así el caso cerrado.
Mi amiga desesperada por la muerte de su única hija, se argumentó sobre qué cosa era un embarazo ectópico, y supo que en la medicina es un gran simulador, pero que aunque muchas veces los síntomas no se corresponden a la enfermedad, ante ellos y las probabilidades en una mujer embarazada, es necesario agotar todos los recursos. Pero nadie lo hizo, y nadie se responsabilizó con el desenlace.
El gobierno de La Habana se enorgullece de promocionar su extensa legión de 41 mil galenos. Dentro de los tours políticos rutinariamente programados para personajes de renombre de paso por la isla, incluyendo la Escuela Latinoamericana de Medicina, en las afueras de la capital, donde estudian más de 500 alumnos provenientes de América y África.
Y aunque todo esto es cierto, cuando te adentras en las interioridades de la salud pública cubana, te induces en una de las realidades más terroríficas que pueda nadie imaginar en el buen sentido de la palabra.
Y no solamente por la falta de recursos, sino por la apatía muchas veces de los galenos, exhaustos de tanta podredumbre, y otros con un padecimiento sin cura, que es la escasa profesionalidad y seriedad a la hora de enfrentar al ser humano.
Mi amiga desesperada por la muerte de su única hija, se argumentó sobre qué cosa era un embarazo ectópico, y supo que en la medicina es un gran simulador, pero que aunque muchas veces los síntomas no se corresponden a la enfermedad, ante ellos y las probabilidades en una mujer embarazada, es necesario agotar todos los recursos. Pero nadie lo hizo, y nadie se responsabilizó con el desenlace.
El gobierno de La Habana se enorgullece de promocionar su extensa legión de 41 mil galenos. Dentro de los tours políticos rutinariamente programados para personajes de renombre de paso por la isla, incluyendo la Escuela Latinoamericana de Medicina, en las afueras de la capital, donde estudian más de 500 alumnos provenientes de América y África.
Y aunque todo esto es cierto, cuando te adentras en las interioridades de la salud pública cubana, te induces en una de las realidades más terroríficas que pueda nadie imaginar en el buen sentido de la palabra.
Y no solamente por la falta de recursos, sino por la apatía muchas veces de los galenos, exhaustos de tanta podredumbre, y otros con un padecimiento sin cura, que es la escasa profesionalidad y seriedad a la hora de enfrentar al ser humano.
Todo esto unido a la falta de higiene en general, medicamentos, y otros factores importantes dentro de los medios de la salud pública.
Prueba de ello lo afirma a diario la población y una de las tantas afectadas como Luisa Miranda de 39 años, también sobrina de Maria Inés, la que desde hacía dos años sufría molestias en un hombro.
Primero se sentía breves dolores al mover el miembro. Pero al cabo de los días comenzaron a ser incesantes y acompañados de punzadas y hasta los ganglios se le inflamaron.
Los doctores le diagnosticaban bursitis, (hombro congelado) y que un desodorante le había provocado alergia.
Prueba de ello lo afirma a diario la población y una de las tantas afectadas como Luisa Miranda de 39 años, también sobrina de Maria Inés, la que desde hacía dos años sufría molestias en un hombro.
Primero se sentía breves dolores al mover el miembro. Pero al cabo de los días comenzaron a ser incesantes y acompañados de punzadas y hasta los ganglios se le inflamaron.
Los doctores le diagnosticaban bursitis, (hombro congelado) y que un desodorante le había provocado alergia.
Más de cinco meses recetándole toda clase de analgésicos. Pero el dolor no cedía con nada.
Las investigaciones de rayos x fueron analizadas por los especialistas de Ortopedia y corroboraron la bursitis, y al aumentar la dolencia la ingresaron en el Hospital Ortopédico Frank País en el Mpio de La Lisa.
Las investigaciones de rayos x fueron analizadas por los especialistas de Ortopedia y corroboraron la bursitis, y al aumentar la dolencia la ingresaron en el Hospital Ortopédico Frank País en el Mpio de La Lisa.
Ahí se alarmaron con los síntomas. Un médico le dijo que ya desde las primeros rayos X se veía claramente la existencia de la tumoración.
Lo cierto fue que Luisa fue a parar al hospital Oncológico de la Habana con un sarcoma de Ewing. Un tipo de cáncer en los huesos que no es tan común, pero sí muy mortal.
Al final hubo que amputar el brazo, pues aunque la cirugía podía detener el avance de la enfermedad, la joven tenía sus días contados. Dos años es demasiado tiempo tratándose del cáncer y mucho más en Cuba.
-¨Es terrible la ineficiencia médica"-. Lo de menos es la escasez de medicamentos, sino el abuso que se hace con determinados tratamientos, como la quimioterapia, extraordinariamente dañina al organismo pues lo debilita y hace perder la inmunidad.
Por lo regular después aplican radiaciones y, finalmente, operan. Pocos son los que sobreviven a tales devastaciones del cuerpo humano. Afirmó el doctor Teobaldo Díaz de 75 años, especialista de primer grado, que aunque ya no ejerce la medicina, por cuenta propia investiga los últimos adelantos científicos, las terapias tradicionales, desde las flores de Bach hasta la curación por el ayuno, y los ritos tibetanos.
En Cuba hay personas que no confían en los médicos. Los jóvenes doctores de ahora aprenden matando. En su contra tienen un handicap: a muchos no les gusta su profesión la estudian y nos les queda mas remedio que ejercerla para pagar el costo de la carrera, pero lo hacen porque las demás profesiones son más difíciles de obtener, además son fuera de sus provincias., comentan Luis Antonio y Patricia que a su vez argumentan que.cuando tienen algún síntoma prefieren acudir a galenos viejos, con suficiente experiencia en cualquier sintóma o enfermedad.
Es cierto que la salud pública es gratuita en Cuba. Como también es cierto que un médico gana el equivalente a 25 dólares al mes. Y al llegar a sus hogares, igual que la inmensa mayoría en la isla, sufren de miles de necesidades y escaceses, así como el hacinamiento familiar. Sobradas razones para llegar al trabajo con un mal estado de ánimo que desgraciadamente repercute en los pacientes que no tienen culpa de la situación de la isla.
Pacientes como estos jóvenes son altamente codiciados. Los médicos se esmeran y les recetan medicamentos de calidad que entran al país mediante donaciones o enviados junto a las remesas familiares.
Algunos médicos se los roban y los reservan para pacientes solventes.¨Esa es una forma de tener algunos dólares y resolver ropa o equipos electrodomésticos, aseguran varios galenos que prefieren el anonimato.
Es por ello que cuando alguien ha contraído una enfermedad severa se persigne y pide a Dios que le atienda un médico preparado y con deseos de trabajar. Otros acuden a santeros o médicos especialistas en medicina asiática.
En absoluto secreto se mantienen las cifras de los diagnósticos equivocados y de pacientes fallecidos por enfermedades curables no prevenidas a tiempo. Entonces sucede que los pasillos de los hospitales capitalinos se convierten lentamente en la muerte en los corredores sin que nadie haga nada por evitarlo.
-¨Es terrible la ineficiencia médica"-. Lo de menos es la escasez de medicamentos, sino el abuso que se hace con determinados tratamientos, como la quimioterapia, extraordinariamente dañina al organismo pues lo debilita y hace perder la inmunidad.
Por lo regular después aplican radiaciones y, finalmente, operan. Pocos son los que sobreviven a tales devastaciones del cuerpo humano. Afirmó el doctor Teobaldo Díaz de 75 años, especialista de primer grado, que aunque ya no ejerce la medicina, por cuenta propia investiga los últimos adelantos científicos, las terapias tradicionales, desde las flores de Bach hasta la curación por el ayuno, y los ritos tibetanos.
En Cuba hay personas que no confían en los médicos. Los jóvenes doctores de ahora aprenden matando. En su contra tienen un handicap: a muchos no les gusta su profesión la estudian y nos les queda mas remedio que ejercerla para pagar el costo de la carrera, pero lo hacen porque las demás profesiones son más difíciles de obtener, además son fuera de sus provincias., comentan Luis Antonio y Patricia que a su vez argumentan que.cuando tienen algún síntoma prefieren acudir a galenos viejos, con suficiente experiencia en cualquier sintóma o enfermedad.
Es cierto que la salud pública es gratuita en Cuba. Como también es cierto que un médico gana el equivalente a 25 dólares al mes. Y al llegar a sus hogares, igual que la inmensa mayoría en la isla, sufren de miles de necesidades y escaceses, así como el hacinamiento familiar. Sobradas razones para llegar al trabajo con un mal estado de ánimo que desgraciadamente repercute en los pacientes que no tienen culpa de la situación de la isla.
Pacientes como estos jóvenes son altamente codiciados. Los médicos se esmeran y les recetan medicamentos de calidad que entran al país mediante donaciones o enviados junto a las remesas familiares.
Algunos médicos se los roban y los reservan para pacientes solventes.¨Esa es una forma de tener algunos dólares y resolver ropa o equipos electrodomésticos, aseguran varios galenos que prefieren el anonimato.
Es por ello que cuando alguien ha contraído una enfermedad severa se persigne y pide a Dios que le atienda un médico preparado y con deseos de trabajar. Otros acuden a santeros o médicos especialistas en medicina asiática.
En absoluto secreto se mantienen las cifras de los diagnósticos equivocados y de pacientes fallecidos por enfermedades curables no prevenidas a tiempo. Entonces sucede que los pasillos de los hospitales capitalinos se convierten lentamente en la muerte en los corredores sin que nadie haga nada por evitarlo.