ENTREVISTA LOS AZOTES DEL EXILIO NOVELA

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DEDICADO A MIS PADRES

Friday, December 01, 2006

COSAS DE LA CUBA DE HOY


LA DOBLE MORAL.
(Homenaje póstumo a Guillermina Febles.)


Por: Adela Soto Álvarez


Maria Virginia López una de las tantas secretarias generales que tuvo el núcleo de mujeres de la zona en que yo vivía, tenia el padre en Miami desde el 1959 y a sus dos hermanos menores, a los cuales no les escribió nunca ni unas líneas, y si alguien le preguntaba por ellos no respondía, bajaba la cabeza como si no escuchara, y no exagero si digo que hasta un rubor le invadía el rostro, ligado con un desagrado y apatía increíble. Me imagino que para ella era hasta inmoral esa pregunta.
Aunque dicen que cuando esto sucedía iba rápidamente para el traspatio de su casa y se metía en el cuarto de desahogo por varias horas
Unos chiquillos del barrio una vez la expiaron y la vieron encender velas y arrodillarse delante de la estatua de San Lázaro que ocultaba dentro de una mesita.
También le encendía aceite, ponía café, tabaco y cuanto kilo encontraba a su paso, mientras le hacía peticiones y le pedía perdón por tener que negar al padre y a los dos hermanos delante de la gente.
Pobre mujer en el fondo la compadecí muchas veces, pues era tan cobarde que para poder sobrevivir tenía que aparentar y aparentar para no perder el trabajo, aparentar para que los hijos no perdieran los estudios, y aparentar para que al esposo no le quitaran el carné, que aunque para nada le servia, le era imprescindible a la hora de los análisis y las conclusiones, y como no se podía ir del país por tener al mayor de los hijos cumpliendo con el servicio obligatorio por tres años, no le quedaba mas remedio que aparentar una ideología sintiendo otra y llorar a escondidas de los búhos de turno, el dolor de tanta apariencia.
Esta señora de quien les hablo nunca hizo lo que Guillermina Febles. A esta nadie le pudo hacer nunca nada por no dejarse manipular ni inyectar ideologías comunistas.
Ella no soportaba la hipocresía, y gritaba a los cuatro vientos sus criterios, por eso muchas veces se la llevaron a la Unidad Policial, al final la hicieron disidente sin pertenecer a ningún grupo opositor, solamente por lo que decía y hacía a favor de la democracia y la libertad de expresión.
Tampoco era terrorista como muchas veces le gritaban, pues nunca puso una bomba, ni envenenó el acueducto, ni le negó un plato de comida a ningún caminante oportuno o no.
Ni le faltaron sobras para los perros callejeros y los gatos hambrientos que esperaban por las espinitas de sus merluzas saladas, las que colgaba en la tendedera para secarlas bien al sol y después comerlas en un aporriao, imaginándolo un sabroso bacalao de exportación vedado en Cuba para el hombre de a pie.
Muchas veces iba de puerta en puerta advirtiendo a los ciegos de que todo lo que se decía y hacía no era para el bien del pueblo sino para el mal. Incluso advertía a los padres sobre el futuro de los hijos.
Sonriente decía todas las verdades, sonriente mentaba la madre a cualquier intruso, sonriente arrancaba cualquier pancarta, anuncio , o proclama que pusieran en su puerta, o expulsaba a palo limpio a cualquier miembro del grupo de moralistas , búhos de guardia, o núcleo de mujeres improsultas, que fuera a exigirle participación, o que hiciera guardia cederista.
Muchos la tildaban de loca, y algunos niños de la vecindad azuzados por los mayores, le tiraban piedras, otros le temían por las calumnias que escuchaban de sus padres, pero ella era totalmente inofensiva, totalmente humana y amiga. Y muy previsora de la realidad y sus consecuencias.
No me equivoco si afirmo que era una de las más claras referente al futuro que nos esperaba. Y así se le escuchaba decir en la bodega aprovechando la concurrencia de la vecindad cada vez que se hacían filas interminables para poder alcanzar algún producto alimenticio, que aunque estaba normado, venía en tan pocas cantidades, más la sustracción de los oportunistas, y las onzas robadas a ex profeso, que no todos alcanzaban.
Mi abuelo decía que Guillermina era una mujer “Letrada”, pues sancionó en el tribunal de la calle y la dignidad a muchos leguleyos gratuitos, y a otros los puso en su lugar.
Incluso cuando el segundo exilio masivo, maldijo a toda voz a los vecinos y trabajadores que convocados por el grupo de búhos a sueldo, fueron al ataque contra los que abandonaban la isla, con huevos cluecos, perros muertos, tiñosas putrefactas, y otras sustancias descompuestas, obligándolos a permanece ocultos por miedo a ser agredidos físicamente hasta que les llegara la hora de partir hacía un futuro mejor.
Toda esta agresión iba conjunta a un altoparlante donde la palabra escoria, vende patria, traidores, gusanos, y otras ofensas más servían de fondo musical a los instintos de los provocadores, y que de no ser por la iniciativa de estas personas agredidas, de no asomar la nariz, hubiera sido una masacre.
Mientras esto ocurría Guillermina Febles corría de un lado para otro ,lanzándole blasfemias y piedras a los organizadores del mitin repudio, pero la concurrencia no le hacia caso, y continuaban con su objetivo alborotador en contra de los que se iban.
Las arbitrariedades que se cometían por los “más puros” eran así, y como se nutrían de cotorras informantes, búhos de turno, pirañas encorbatadas, y sapos pilotos, podrán imaginarse las consecuencias de los habitantes de este pedazo de tierra, que pasaba de lo terrible a lo ridículo.
Paso el tiempo y la pobre de Guillermina no pudo ver a su patria libre de la doble moral, los maltratos y los ultrajes contra los que decidían tomar un camino propio, y el pueblo en general.
Una terrible enfermedad invadió su cuerpo y en los primeros días del mes de diciembre del 1978 falleció en su humilde casita de la calle Rosario en la provincia de Pinar del Río.
Su tumba hoy no tiene flores, porque sola y sin familia vivió durante su existencia sobre esta tierra, y si alguien la recuerda, quizás no tenga el valor suficiente para frecuentar el lugar donde yace su cuerpo, por miedo y cobardía, pero desde cualquier lugar del mundo donde yo me encuentre la recuerdo y le brindo mi sencillo homenaje.