Entono el Ave María pecho
adentro
Tratando de calmar el
dolor que no deja de zumbarme
Me aferro a las hojas que
va arrastrando el viento
E imagino que con ellas
danza mi voluntad
Buscando un mástil donde
apoyar tanta tristeza
Siento una insondable
podredumbre
En todo aquel que me
rodea
Cada vez que advierto
la hipocresía
Desmoronarse entre
palabras insuficientes
Nunca tuve consuelo a
tantas ruinas
Mucho menos la tengo
ahora
Viendo tantos farallones
derrumbarse