Mi padre y yo
estamos solos
En una urbe llena
de detalles
Pero negados
A nuestra soledad
imperecedera
Yo acunando penas
entre poemas
Y testimonios.
El muriendo a
plazos fijos
Sin haber conocido
las Torres Egipcias
Las cataratas del
Niágara.
Mucho menos las
playas de Miami Beach
Tan cercanas y tan
distantes
Mi padre y yo
tenemos los ojos fijos
En un recinto lleno
de sobresaltos
Porque soñar bajo
este status
Es complicado.
A un costado el
maletín de ilusiones y fracasos
Otro lleno de
nieblas y congojas
Unas veces
cubiertos de un polvillo gris
Otras anunciándonos
Las heridas de la
guerra
La falta del
corazón de los otros
El desamparo
turbulento y terminal
De aquellos que se
quebraron
Mi padre y yo,
vivimos sobre lagunas familiares
Y recuerdos de
montes y ríos
Palmas reales,
miserias
Persecución y
disparates
En una Villa casi
real llamada Rembolt
Al mismo centro de
la ciudad de las posibilidades
Bajo los tiroteos
de repente, olor intenso a hierba
Y sirenas
policiales.
Mi padre y yo,
Olvidados por la
gente,
Con una madre
lejana y polvorienta
Sembrada en una
fosa
Sin flores ni
epitafios
Mi hijo dejando sus
reflejos
En una celda
maloliente y fría
Mi hija en el
escenario familiar
Tapando ante mí,
sus agujeros
Mis nietos
Unos perdidos en la
distancia
Otros metidos en su
adolescencia
De celulares,
textos, e Internet
Mi padre y yo
olemos a rosas viejas
A desamparo y
cautiverio almacenado
Sumidos en una
abadía
Donde las lágrimas
salen y caen en el mismo lugar
Porque no somos
compañía para nadie.
Mi padre y yo
estamos solos
El esperando la
partida
Yo, en los
rescoldos del fogón
Dejando la poca
juventud entre las horas
Los dos a pecho
descubierto
¿Qué más podemos
pedirles a esta vida?