Aún me queda un minuto
para descifrar
Lo inconcreto
De lo que ya perdió todo
sentido
Sé que en cualquier
momento
Perderé el crepúsculo
Que noche a noche acompaña
Mi carcomido cuerpo
Empeñado en
transfigurar
El apócrifo demonio
De los arrecifes
Que permanecen metidos
hasta el tuétano
Hace siglos
Que me acuesto y me
levanto
Con las mismas
torceduras
Y el eslabón perdido
Sin deseo de abrir los
ojos
Para no chocar con el
desprecio
Y la hipocresía
Tampoco siembro flores
Solamente cultivo
piedras calcáreas
Y las meto de un golpe
en la conciencia
Para convertir todos sus umbrales
En esa gama de espinas
que llevo por cubierta