Embriagada y sin
cordura
Hambrienta
Sin luz real ni
utópica
Más dócil que un
pérfido callejero
Con la sonrisa
nula
Y los ojos
cubiertos
Por esa nube
blanca
Que siempre nos
espía
Ando sobre los
espacios
De mi propio sepulcro
Buscando el ala
blanca
Negra o
surrealista
Que no habite en
los libros
Ni vaya a las
ceremonias
Donde el cruel
de la sotana
Hecha agua sobre
la frente del próximo
Holocausto
Busco más bien
Un pedazo de mí
Que se ha
extraviado
Cuando los
aquelarres de Pompeya
Tal vez en el
tumulto
O cuando creí
ascender al fuerte embrujo
De los magos
ilícitos
Del náufrago con
ojos de gaviota perdida
Escapado de mis
propias manos
En un acto de
espléndida estupidez
No hace noventa
años
Pero no sé si
fue antes o después
De la
penetración del caballo de Troya
A mis más
sensibles vísceras
O cuando me juré
a mí misma
Que nunca más el
sol palidecería
Ni la luna arroparía
mis cuitas
Lo busco y lo
reclamo
A todas las
galaxias
A los montes
hebreos
A los jardines
colgantes
Y por qué no
Al usurero
mentiroso
Que me negó más
de tres veces
Sin que el gallo
cantara
Voy y vengo
Atravieso el
mismo costado
La mente en
obsesión maléfica
Escudriño el
valle de los zombis
Meto las narices
en la cueva
De los
trogloditas y farsantes
Y solamente veo
la mesa del Rey
La escolta y la
cicuta
Unos cuantos
vampiros desgarrados
Mesalinas sin
vestimenta
Incautos
soltando la baba
Con la mirada
turbia
A las puertas
del infierno humano
Donde pasaran a
ser manjar del oportunismo
O del caudal de
rejas
Donde al final
van a someter a los lerdos
Sin derechos
O a apostarse
los calzones
En los casinos
de la perdición.