El señor de la
barca
Traía entre sus
manos
Tulipanes
disecos
Mustia y
desolada
A su lado el
garrote sujeto a una latica
Y una banda de
caracolas moribundas
Miré su
entrecejo
Sus ojos
afilados
Y entre un
diente y otro
Saltaban gotas
asustadas
El señor de la
barca
Le faltaban los
pies
Y la sonrisa
Muecas y
disparates
Salían de su
olfato
La ropa
mascullada
Y el corazón gastado
Lo miré
Nos miramos
No hubo una
palabra
Solo el fuerte
oleaje
Hizo un ruido
inaudito
Volvimos a
mirarnos
El señor de la
barca
Le salieron los
pies
Como una
marejada
A mi comenzo
a faltarme
El aliento