Mil
preguntas al unísono
Golpeaban el
insomnio
Trastornado con
el aire
Y el batir
de las moscas indiscretas
El sueño
encaprichado en no llegar
Los ojos en
escabeche
Amargos e
incoloros
Entre
estiércol y difuntos
No la
dejaban soltarse las amarras
Porque para
ella no hubo
Otro rostro
Ni otras
manos
Por eso no
advertía
Su descenso
corporal
Las marcas
en el rostro
La mueca
perenne
Caprichosa y
vengativa
Encaprichada
en no ver la luz
Que jamás se
fue de los estanques
Alguien dijo
que no tuvo tiempo
Para verla
Y se aferro
Perdiendo
lunas
A duras
penas
Se arrastro
hasta los olmos
Donde un
vendaval de sanguijuelas
Y
moscardones
Se fueron
tragando su respiración
Siempre obstinada
Por eso ahora
se hizo cómplice
De los golpes
en salmuera
A veces la
siento metida
Entre los
copos de nieve
Tratando de
robarse los terrones
Amargos y
azucarados
Pero ni así
Se dedica a peinarse
las neuronas
Ni a las sábanas
azules y esplendorosas
Que esperan
por su descanso
Se lo
advertí mil veces
Incluso le
curé las rodillas
Y cerré
todos los pórticos
Y ventanas
Recordándole
el cúmulo de milenios
Los ajuares
enlutados
Después del
bullicio
Y las
tronamentas llenas de pajarillos
Huidizos y
sin techo
No hubo ni
una sola noche
Que no
quedara sin respuestas
A pesar de
la exhumación de los recuerdos
Cuando dolor
arrastro
Entre el
peor de los griteríos
Aferrada a
supuestas señales
A los besos
de a piquitos
Y a la
oratoria intima
Allí
permaneció sonámbula
Entre un
insomnio y otro
De nada
valieron los papeles rotos
El saludo entre
los colmillos
Los cestos
de frutas podridas
Lanzados
contra el poniente
Ni siquiera
los porrazos contra las olas
Negándola
más de tres veces
Serruchándole
la mirada
Cada vez que
lo veía atizar el fuego
Para otras
No le
importo el otoño
Ni el invierno
Ni la piel
hecha girones
Caminaba de
un lado para otro
Sujeta de
recuerdos enraizados
Con el pecho
abierto
Y la
membrana expuesta
También su
pelo flota entre las aguas
Mientras el
sepulcro espera.