Por: Adela Soto Álvarez
Las cárceles resultan muy pequeñas para poder asfixiar los inmensos ideales de los hombres
Tres años se cumplen el 18 de marzo del 2006 del inicio de la Ola Represiva dirigida por el gobierno de La Habana, que llevó a la cárcel a 75 opositores pacíficos, periodistas, activistas políticos y de derechos humanos, entre ellos un buen número de bibliotecarios independientes, los que el único delito que cometieron fue luchar por la libre expresión de las ideas, e instaurar en un país totalitario la lectura sin censura, por el bien de un pueblo oprimido y relegado a la incultura y al ostracismo.
La ofensiva contra el movimiento cívico se inició en la tarde del 18 cuando la policía política comenzó de forma simultánea y en varios puntos del país, primero con un allanamiento a las viviendas de los periodistas, opositores y bibliotecarios. Posteriormente fueron sometidos a juicios sumarísimos, y sancionados con largas condenas de privación de libertad, bajo los cargos de “atentar contra la soberanía nacional” y otros.
En estos allanamientos ocuparon libros, documentos, equipos de telefax, grabadoras, radios, cámaras fotográficas, computadoras, máquinas de escribir, documentos personales, dinero, y cuanta cosa se les antojó subversiva a los gendarmes encargados del decomiso.
Estos sucesos ocurrieron en el preciso momento en que la opinión pública mundial centraba su atención en el conflicto de Irak, lo que indicó a las claras que se trataba de una acción premeditada, consciente y planificada por el régimen de la isla.
De forma inusual, los medios oficiales de prensa cubanos, dieron a conocer el operativo y se pronunciaron en el sin número de sanciones, a la vez que de forma acusadora se referían a la Sección de Intereses de los Estados Unidos en la Habana y a su embajador, en aquel entonces el señor James Cason, asegurando qué estos planeaban acciones subversivas contra el país con el apoyo a los grupos disidentes.
También alegaron que el Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba no era de autoría cubana, por lo que existían sobradas pruebas en contra de esta iniciativa independiente, afirmando que el mencionado era una iniciativa del gobierno norteamericano a través de la Sección de Intereses en Cuba.
Lo que indica que la paranoia totalitaria percibe la menor de las disensiones como un peligro letal. Todo el que difiere es tratado como enemigo, porque para el poder absoluto ningún adversario es pequeño.
El gobierno de Castro no puede entender qué representa el deseo de libertad, para un disidente cubano, por eso no comprende, el por qué de la existencia de la oposición pacifica, de su abnegado esfuerzo a pesar de las represiones y el cautiverio a que son sometidos.
Tampoco puede entender el por qué Guillermo Fariñas uno de los periodistas y bibliotecarios independientes, coordinador de nuestro proyecto en la región central, prefiere morir por sus ideales y no cesa en su empeño del libre acceso a la Internet, algo que parece tan simple y sin embargo es tan difícil en un país sin democracia.
Igual le sucede con el silencio y la oración de un grupo de mujeres que se alzan majestuosas en las calles de la habana, e imploran al mundo la libertad de sus esposos, hijos, padres y hermanos.
La Ola represiva del l8 de marzo del 2003 mostró al mundo el verdadero rostro de los más patéticos y obsoletos gobernantes, además de su agotamiento directivo. Fue una de las muestras más fehacientes del debilitamiento del poder. Yo diría que las últimas patadas del ahogado.
Han pasado tres años de esta ola que reportó 75 victimas a la sociedad civil, pero este movimiento en la isla, así como el Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba continua creciendo a pesar de las rejas que pretenden imponerle, porque las cárceles resultan muy pequeñas para poder asfixiar los inmensos ideales de los hombres
Creo que siempre estaremos apelando a la solidaridad internacional, y a todos los pueblos y gobiernos que luchan incansablemente por los derechos del hombre y exijan al régimen de La Habana la libertad inmediata de todos los presos políticos y de conciencia que se encuentran tras las rejas de la injusticia.
Bibliotecarios presos con largas condenas.
Víctor Rolando Arroyo
Iván Hernández Carrillo
José Luís Garcías Paneque
Ricardo González Alfonso
José Miguel Martínez Hernández
Blas Giraldo Rodríguez Reyes
Omar Pernet Hernández
Leonel Grave de Peralta
Fidel Suárez Cruz
José Ubaldo Izquierdo
Luís Milián
Arturo Pérez de Alejo
Lázaro González Adán
José Agramonte Leiva.