Las turbulentas aguas del malecón habanero se agitan amenazantes sobre las aceras y las calles de la ciudad. Varios perros callejeros dejan sus orinas en los postes y las aceras, uno que otro cubano deambula en busca del pan nuestro, mientras desde las azoteas varios tapumes se abanican al son del aire que en este momento hace cabriolas sobre los viejos balcones.
Chucho el que apodan el cojo, desde que perdió una de sus piernas en Angola, como de costumbre espera sentado en el carcomido banco del parquecito de Línea la llegada del períodico, no para ser leído, sino para resolver el asunto sanitario ante la falta de divisas para comprar papel de baño, pero no se queja de la demora, porque mientras espera, conversa con los demás ancianos, que como él después de jubilados no tienen otra cosas que hacer que esperar el períodico para el mismo uso, vender los cigarrillos de la cuota normada, o discutir sobre deporte, y alguna que otra vez sobre algo que este candente, porque ya de futuro nadie habla.
El viento sigue fuerte, casi ya es una ventolera, y así lo grita Pepita porque el aire le voló algunas baratijas que sacó al portalito a ver si alguien que pase se las compra y así completar lo que le falta para pagar la luz del mes.
!Todo indica que tendremos mal tiempo! le dice Joseíto al escucharla y a la vez con el ánimo de calmarle la irá que la corroe, pues así están los cubanos que por cualquier cosa se vuelan y hasta bajan a los santos y a los muertos, depende hasta donde les suba la rabia, y la impotencia.
Carmelina la jabá lo secunda respondiéndole que es cierto lo que dice del mal tiempo, el fuerte viento lo está anunciando, por lo que habrá que protegerse de las penetraciones del mar. Pero Pepita ni la oye, porque su asunto es vender, y si llueve no puede hacerlo, por eso siguiendo el consejo que le daba su abuela saca la escoba y se para en medio de la calle a hace cruces para que se desintegre el terremoto de agua que esta por llegar.
Pepita es joven, pero no puede dedicarse a otra cosa pues sufrió un accidente y su pierna derecha quedó deformada, además la vida ha sido con ella muy despiadada, y tampoco le dio belleza , ni cuerpo, cosas muy importantes entre las nuevas generaciones. Quizás por eso su malestar eterno.
Aun así hace todo lo posible por ganarse la vida como puede, y cuando no le queda arroz de la cuota normada, ni chícharos o cigarros que vender, saca los recuerdos de la abuela y los pone a la venta para ir "tirando" como dice ella.
La economía en la isla está pésima, es la constante que murmuran todos, pero esto solamente le interesa a unos cuantos, porque a un buen grupo de muchachas que deambulan precisamente por esta zona y a esta hora nada de eso les interesa y continúan paseándose indiferentes, porque lo de ellas es hacer el día con los Tios o los Pepes, o cualquier individuo que salga o entre en un auto rentado o a pie, lo importante es que sea de otro lugar del continente y tenga el bolsillo dispuesto y con divisas.
Estas muchachas a las que me refiero, no padecen de la rabia de Pepita, porque todo lo tienen asegurado con sus cuerpos, por eso es que a éste horario son el punto focal de zona tan habitada por turistas y hombres de negocio. Los que vienen desde diferentes países del mundo a hacer maravillas en el nuestro y a comprar baratijas humanas.
Entre las mulatas de salir como dicen los cubanos, las blancas y las negras como el ébano, que después del invento de las trencitas artificiales lucen más sexy y llamativas, se encuentra gran parte de la juventud cubana, las que sin el menor pudor tratan de imponer ante los anhelantes y codiciosos ojos del turista, sus cuerpos esculpidos a mano, por lo que caminan de un lado a otro de la avenida, moviendo sus glúteos al compás de la mochila, que como giba inseparable se ha puesto de moda junto a la minifalda y los zapatones en forma de zancos.
Así se les ve contoneando las caderas con el rostro apacible y diabólico a la vez, donde a simple vista se puede divisar la inquisidora mirada, tras el exceso de pintura, tan impropio para la hora de la tarde, por lo que conforman una estampa sui generis ante el deseo que provocan.
Muchas traen una parte de los senos al aire libre, haciéndole un gracioso conjunto con las nalgas, que también casi siempre van de igual forma, por lo corto del vestido o de la saya.
Pero ellas lo saben y no se apenan, porque lo planificaron muy bien para que estuvieran en la línea de la clásica exigencia de un oficio tan viejo de "Quien no muestre o propone no vende" como dice el refrán, por eso ellas con su constante tono triunfal creen que tienen todo muy bien repartido para evitar la quiebra.
En varias esquinas de los hoteles Melia Cohiba y Riviera, así como en el CUPET de 1ra y Malecón o cualquier punto turístico de la Habana, se ven a diferentes hombres moviéndose inquietos, por lo que tienen motivo suficiente y que conste, pues las jovencitas son lindísimas y sus ropas tan escasas y de color negro que lucen mucho más tentadoras.
Entonces sin pensarlo estos turistas o negociantes van a la carga, sin que medien aquellas dulces palabras que usaban los galanes para elogiar la belleza femenina o mostrarse caballerosos ante una dama, y si alguno tomándo en cuenta la galantería, se atreve a utilizarla, solamente logra la burla, porque ellas no soportan a los amantes a la antigua, todos tienen que ser directos ,al pulmón y con el verde por delate y nada de tarjetica de crédito, todo en papelitos y con cifras bien altas.
A estos tipos les corre la soez como culebra venenosa, mientras las muchachas permanecen indiferentes pero complacidas. Y con mucha sutileza las duchas en materia de caza, les enseñan a las aprendices, que a los pobretones no se les hace caso y sí el hombre no tiene suficientes fulas,… nada de aquello.
Mientras esto ocurre los cazadores de carne humana, para que la caza sea fructífera, se recuestan a cualquier barra o esquina y con disimulo muestran sus billetes al por mayor y quién observe este espectáculo ve como inmediatamente caen mansitas en los brazos del pecado.
Aunque muchas tienen que para aceptar la propuesta sexual, esperar por el proxeneta que las representa, defiende y explota, el que emboscado tras la primera esquina, o también disimulando en la barra del bar, va analizando minuciosamente "a quién sí, y a quién no", y si por casualidad la muchacha se la quiere dar de lista ya ustedes saben lo que les viene encima.
Muchas han sido asesinadas por no declarar lo que ganaron en el día. Como le sucedió a Lucy la oriental, que no informó las ganancias y el chulo la apuñaló a la orilla del muro del Malecón, aunque eso como todo lo demás no se anunció por la prensa oficialista, solamente corrió como todo lo demás de boca en boca y de chisme en chisme entre los presentes, y los ausentes que se interesaron por el caso.
Lo cierto es que en menos de unos minutos aquellas calles del vedado se quedan desiertas, y no es una exageración que pueda parecer pura ficción, es un espectáculo tan real como lo es el día y la noche. Los ves aparecer a pie o en taxi, y en un dos por tres las toman por el talle y allá van sin pensarlo a ganarse la vida con el sudor de sus entrepiernas.
Pero esto no se queda así, muchas veces después vienen los enlaces repentinos con otras situaciones similares, y luego los desenlaces y muchos cálculos, porque todo esta dentro de la encerrona, y sometidos al gran peligro de la contaminación conceptual.
Ellas saben que con apenas unas gotas de la maligna sustancia van a parar al sanatorio del SIDA, o a la morgue de cara al cielo, pero no les importa, porque lo que vale es disfrutar el presente ,el pasado siempre es lo mismo, dicen.
Las que por casualidad no consiguen a extranjeros por ser menos agraciadas, o porque ese día son muchas y pocos los cazadores, entonces para no perder el día se van para las carreteras centrales, o algunas esquinas de la Habana vieja, y allí se ponen a la caza de camioneros o nacionales que por unos kilos los llevan a la luna y los bajan a la tierra más pelados que un plátano.
Es difícil y triste a la vez, aceptar que nuestra juventud se corrompa de tal forma y entregue sus cuerpos por una ínfima suma de dólares, o dinero nacional y expuestas a cualquier enfermedad o sobredosis de estupefacientes.
A muchas las han vuelto adictas a diferentes sustancias y se las traen del extranjero sin importarles su salud o las consecuencias, lo importante para muchos es disfrutar a plenitud sus vacaciones y en compañía humana con sexo barato.
En una encuesta realizada a más de cien muchachas dedicadas a la venta de sexo, se pudo comprobar que no todas lo hacen por la necesidad económica que invade sus hogares.
Algunas se han acostumbrado a la vida fácil y han sacado la cuenta que sin dólares no pueden satisfacer sus necesidades, ni gustos juveniles, por lo que han perdido los escrúpulos y las tradiciones morales., y se entregan al descrédito tan sólo por satisfacer la parte material, aunque la espiritual permanezca ausente
Por lo que no les importa entregarse al primer viejo verde que venga hasta de la Conchinchina, lo importante es qué tenga suficiente dinero para asegurarles el presente y el futuro inmediato de ella y la familia.
A otras lo que les interesa es poder salir del país, e irse a otro lugar con mejor futuro. No importa que a servir de doméstica, a integrar la prostitución organizada, o a perder los ojos como le sucedió a la hija de Carmelo Mesa, una muchacha de veinte años que la utilizaron en Italia para un trasplante de órganos visuales.
Lo importante para ellas es salir de Cuba, huir de la calamidad y el desespero que somete al pueblo. Viajar y enviar fotos de cualquier lugar, que no sea su tierra maldecida, como muchas afirman, o porque simplemente piensan que de esa forma se salvan o adquieren otro escalón más alto en la vanidad humana y eso es lo importante para el ego de alguna de estas jovencitas.
Un buen número de ellas me comentó en la encuesta, que también lo hacían por calmar el hambre que las llevaba al desequilibrio mental, por eso era preferible tomar esta carrera de la vida tan de moda en esos momentos, pero tan vieja en la historia de la humanidad.
Se conoció además que muchas de estas muchachas que cruzan como grandes manadas sobre las calles del Vedado en Ciudad de la Habana han sido vendidas por sus padres y esposos a individuos inescrupulosos de Canadá, Italia y otros países europeos, con el fin de prostituirlas y sacarles todo el zumo que tienen.
Otras han servido de material de estudio en casas de citas en la propia Habana y en hoteles 5 Estrellas en cuadros pornográficos y depravaciones sexuales por algunas divisas, las que apenas les alcanza para enfrentar la fuerte crisis económica que atraviesan ni siquiera sus expectativas.
Se ha proliferado tanto esta profesión en la Cuba de hoy, y marcado por la forma de vestir, que cuando ven a una jovencita cubana con zancos y minifalda piensan que esta dedicada al jineterismo.
La cuestión es que nuestra actual sociedad cubana se ha degradado tanto, que sentimos vergüenza al escuchar por boca de casi todo el turista que viene de vacaciones a nuestro país, que lo visita no por las bellezas naturales que pueda encontrar, sino por las bellezas humanas y a bajo precio y que son tan, pero tan baratas y complacientes que se exponen a lo que sea, como sea y con quién sea, por cualquier pacotilla que las haga lucir a la moda o calentarles el desnutrido estomago.
Hay turistas que han comentado que en su paquete de viaje ponen un frasco de agua de colonia, de cualquier marca en inglés, un blumer o un vestido de moda que tenga el sello de cualquier modisto extranjero de fama o no, y eso solamente les sirve de tarjeta de presentación para el sexo asegurado de todo el tiempo que estén en la isla.