Va como una
santa con mantón blanco
Y escarpines de
seda
Al cuello una
bufanda también blanca
Entre collares
de pétalos marchitos
Y una que otra
guirnalda
De amapolas silvestres
El rosario al
medio
Con sus dedos
largos y polvorientos
De cuenta en
cuenta
El ave María
Nadie sabe su
nombre
Unos le llaman
madre
Otros le llaman bruja
Ella
contesta
Asomando el
único diente
Pensar sería
poco
Para quién
se
detenga a mirar aquellos ojos
De color indescifrable
En las retinas
un grito hereje
Apretado a las
corneas
Me detengo
La
miro con todo mi martirio
Tomo sus
manos
El corazón y el
tiempo
Comienzan las
espinas a saltar
Las lágrimas
caen armónicas y frías
Salen silabas
tranquiladas
Expulsando de su
vientre
Mil secretos blanquinegros
El viento despistado
Inicia la embestida
Llega una
esquirla
Otra
Y muchas más
Me postro ante
el azogue
De fuego
inexplicable
Y veo que soy yo
Aquella santa o
bruja
Que hacía muchos
siglos
Le había perdido
el rastro