El rostro alicaído
La paciencia
rompiendo los cristales
La feminidad a
punto del cadalso
Nubes y truenos
En franca alevosía
Colgados al interior
Todo volcándose
De un tirón
Porque según tu
Llegó la hora
De sacudir el entorno
No el que realmente es
Sino
El que se aloja
en los tejados
En la alcoba silente
Tras las puertas
Que todo lo
reguardan
Y así se te ve
de invento en invento
Con el martillo
rompiendo los maderos
Gritando tú
justicia
No la de la realidad
Nunca pensé fueras
un ser amorfo
Lleno de tragos
amargos
Y candilejas
ocultas
Menos uno de los
tantos cobardes
Que ponen a las
mujeres en sal muera
Y después las
lanzan al fuego
Muchos se las
comen mal cosidas
Otros las
empanizan con los despojos
De las
anteriores
Y las llenan de
fantasmas a exprofeso
Estos últimos son
víctimas y victimarios
De una comarca deforme
y loca
Pero crecen como
la hojarasca
Ocultos entre la
mala hierba
Y las espinas de
los sargazos
Pobres truhanes
Mal llamados
leguleyos
Pobres leguleyos
Bien llamados
truhanes
Todos envueltos
en doble máscara
Con sobre
nombres y apodos
Para que nadie
descubra al buitre