En este profundo
silencio que me impones
En el poco
tiempo que me dedicas.
Muere mi amor,
se agitan los fantasmas
Y los engendros que sueltas por cada orificio
Disfrutan de su
mejor bocado
Siempre supe,
que me tenías presillada
En una devoción
de mentirita
Tus iracundos
ojos
Nunca
demostraron lo contrario
Y tu boca
despectiva
Estrenaba su mejor garra
Lo importante
era sacarme el ánimo
A dentelladas
Reducirme a
polvo
Y lo peor de
todo
El mundo lo
celebra
Pero
Ya no soy
indefensa ante la maldad
Y sus arpegios
Ni siquiera del aullidos
y los azotes
O el chirrido persistente
Del dolor
Vete de este
círculo que te profeso
No laceres más
mis infortunios
Te falta
clemencia y mesura
Por eso tu
oficio prominente
De verdugo
despótico
Te complace ver
rodar mis lágrimas
Apretarse en mi
garganta
Por eso morirás
en este mismo tiempo
Y jamás
disfrutaras nuevamente de mi esencia